miércoles, 20 de junio de 2007

A problem of communication is a big putada

Tengo un dilema. Bueno, vosotros sabéis que aquí escribo de las cosas que me inquietan...
pues ahora me inquieta muchísimo el tema de la comunicación. Y eso, siendo comunicadora, pues es un dilema. Y si además lo usas para decir tonterías... no es un dilema, ¡es una putada!.

Resulta que dentro de un mes me voy a EEUU... todo el mundo me pregunta por los papeles, por el billete de avión, el visado, los estudios que voy a hacer allí... Pero en mi mente asaltan preguntas que me preocupan muchísimo más, del tipo: ¿Cómo se dirá jilipipas? ¿ ¿y mastodonte?. Ya claro... que para qué quiero yo saber cómo se dice mastodonte... ¡pues si me quiero pedir un filete de mastodonte qué!. En fin, que esto es una putada... que ya no puedo decir fresshhquishimo a lo Marlo y que me entiendan. Voy a perder mi sesapíl.
Además, el español es muy rico en expresiones castizas. Dí tú que quiero decir... "eres más feo que el Fary (que en paz descanse) chupando limones". Pues sería: "you're more ugly than The Fary sucking lemons" ¿no?. Pero ahora ponte a explicarles quién es el Fary... que fijo que no lo saben: "you know this spanish singer that sings... ayyy torito ay beautiful toritooo".... ni una, no me van a pillar ni una.
Allí me quiero ver yo intentando contando chistes de Lepe a lo Eugenio (que en paz descanse también): "You know that about one who goes and say...."
Y sino tiene gracia... tienes que decir "cuñaoooo", que será "brother in laaaaaw". Joder, que no tienen sentido del humor estos americanos... que lo mejor que tenemos no lo voy a poder exportar!! se va a quedar aquí nuestra maravillosa cultura hispanohablante.
Los poemas... dí tú que quiero conquistar a un yanki mascatabaco en su cabaña de leña de Illinois y le digo eso de: "agua bezoya que te entra por la boca y te sale..... ¡por muy buen precio!" Pues algo así como..."water bezoya that enters through the mouth and goes out for a sensational price!! jajaja la verdad es que suena bien! Lo mismo me fichan los de Bezoya. Ahora , el yanki de Illinois se va a quedar "crazy lost" cuando le diga eso.


Pero es que lo peor lo peor peor de todo.... lo peor es que... (se me saltan las lágrimas...) ains...es que.... que cuando vuelva a España, todo el mundo sabrá expresiones superchulas y nuevas y cantará canciones frikis... ¡¡y yo no me las sabré!!. Dios... cómo voy a sufrir... Nada más que por eso se me quitan las ganas de irme...

Pero bueno, da igual, yo les diré "fuckin fucka fuck you", y listo.
Que eso es "anda y go to fry espárragos".

Yo no sé si aprenderé americano. Pero el idioma lo voy a enriquecer de lo lindo.
Like avecrem.

PD: Creo que me voy a comprar el libro ese de "From lost to the river" XD

jueves, 7 de junio de 2007

El síndrome del Dr. House

Antes de nada, queridos fans, os advierto que esto es una reflexión sociológica más que un monólogo con toque humorístico. Quería compartir mis inquietudes, a ver si coincidimos todos.


De un tiempo a esta parte me he dado cuenta que abundan en las parrillas televisivas las series de médicos. Además de 'House', 'Anatomía de Grey', tenemos 'Scrubs', 'Hospital central' y esa nueva que no sé si continuará de 'MIR'. Ya tuvimos en su día la de Clooney de 'Urgencias', así que esa atracción por el olor a desinfectante de los pasillos de Hospital nos viene de lejos. Y yo, que me pregunto cosas sin sentido, me digo: ¿por qué será?. Como explicación racional y lógica lo primero que se me ocurre es que realmente nos gusta ver a gente que está más jodida que nosotros, sino no se explica. El ser humano tiene una extraña fijación y atracción por las personas que se encuentran en una situación peor que la nuestra, ya sea por motivos de salud o de otra índole. Y por otra índole me refiero especialmente a cuando esa persona es gilipollas integral sino ¿por qué las chicas se sienten atraídas por los cabrones?. Pues porque son personas a las que ellas creen que pueden cambiar, salvar. Por eso se vuelcan completamente en ellos y les consienten que les toquen las narices, no porque les guste, sino porque están esperando a ver si mejora el paciente. Pero el paciente es gilipollas, y ésa es una enfermedad cuyo tratamiento todavía no se ha encontrado.
Vemos a la doctora Grey en ANATOMIA DE GREY porque odiamos a alguno de los protas y, mientras vemos que nuestra salud no es tan mala en comparación con los que se encuentran ingresados, también nos complacemos al comprobar que nuestra vida sentimental va sobre ruedas si la ponemos al lado de cualquiera de los protagonistas. De igual modo, podemos decir que ésa es la razón por la que triunfa HOUSE, porque tiene los dos requisitos: pacientes jodidos y un médico cabrón al que esperamos salvar cuando se acabe la serie. A mí me encanta, y estoy enganchadísima. Sufro de lo que he llamado 'el síndrome del Dr. House'. Lo admito. Pero si hay algún capítulo en el que el Dr. House se humaniza y deja de lado su cabrón interior, para mí esa hora frente al televisor ha sido perdida, porque realmente no he disfrutado. Lo que no hace sino reafirmar mi convicción de que realmente nos complace ver cómo sufre la gente.
No se explica ese morbo ante los dictámenes del Risto Mejide, ni el jurado de Factor X puteándose entre ellos, ni por qué nos jode tanto que encierren a la mala de la telenovela. Siempre al final, el malo no es tan malo. Pero el bueno, siempre acaba siendo el gilipollas. Qué curioso...
En definitiva, la rivalidad, la competitividad, los conflictos, la sangre barata y los problemas son realmente lo que nos atrae. Y los chicos complicados y malos que siempre están metidos en berenjenales.
El único caso catalogado que jamás llegaremos a entender fue cuando Ilsa subió al avión y dejó a Rick al comienzo de una bonita amistad. Aunque adoramos al primer ministro de Austria, ya nos habíamos encariñado con ese cabrón desgraciado con su bar de mala muerte. Y eso nos pasará con House cuando termine la serie.

En fin, seguramente todo esto no tiene ningún sentido, pero lo quería comentar. No tengo ni idea de estos asuntos. Al fin y al cabo, nunca me planteé ser doctora porque le tengo un gran respeto a la sangre.
Y cada vez estoy más convencida de que salvar personas, en cualquier sentido, debe dejarse en manos de especialistas.
Lo que está claro es que todos y todas tenemos el síndrome del Dr. House, esa fijación por los imposibles cabrones que sabemos que no dejarán de darnos quebraderos de cabeza.
Aunque no estén cojos.
Bueno, algunos hasta por los que están cojos. Cojas, según la ocasión.... (no he podido evitarlo)

jueves, 31 de mayo de 2007

El verano ya llegó

A mí no me dan miedo las pelis de miedo, ni las serpientes, ni las arañas (hombre, es que si me pica una radioactiva sería la caña!), ni las cucarachas... ni ningún tipo de bichejo raruno. Bueno, obviando el tema de mi pánico a las aves gallináceas....
El caso es que a mí, lo que me da realmente miedo, es el bikini. Sale el sol y mucho antes de abrir la persiana, abres el cajón tercero del armario, ese donde tienes los calcetines del agujero en el dedo gordo y las veinte bufandas que te regalan por tu cumpleaños que no te pones... y ahí, en medio de todo el barullo, esta él, mirándote. Que abres el cajón y suena la musiquita de Kill Bill, ésa del primer plano a los ojos de la Thurman cuando va a darle la del pulpo a la negra. Y entonces, en ese momento de tensión, parece que te dice: "Hombree!! a buenas horas...!! un añito sin vernos eh? Uy, esa que viene contigo quién es?. Ah no! que es tu culo!!!, foca monje!!!".
¿Qué pasa?. Pues que cerramos el cajón corriendo, abrimos la persiana, miramos el sol y cual Scarlata O'hara clamamos al cielo: "A Dios pongo por testigo de que a partir de hoy empezaré a pasar hambre".
Y te pones a comprar piña para hacer la dieta de la piña. Y a comprar sandía, para la dieta de la sandía. Y lechuga para las ensaladitas. Y biocentury y todas las porquerías que ves en el Mercadona que ponen: 0% grasa. Te gastas un pastón y piensas... y esta tarde ¡al gimnasio!.
Así que con tu nevera a rebosar de frutas y verduras que acabarán podridas más de la mitad, acudes con tu felpa, tu camiseta XL que te regalaron en la feria de Valdemorillo en 1995 y tus pantalones de hacer gimnasia en el instituto, dispuesta a ser la nueva Kurnikova.
Que con esas pintas, ni en cambio radical. Pero tu optimismo es desbordante, así que con todas las ganas de comerte el mundo, coges tu enorme botella de agua y te vas a la sala de Fitness, a hacer pesas. Allí está el típico tío supercuadrao que será tu 'entrenador personal', pero claro, que tú no lo sabes, y te pones a buscar el carné en el pantalón para jurarle y rejurarle que tienes más de 21, que de verdad que te deje pasar, que ya has pagado los 70 euros a la entrada y que de verdad que no vas a armar jaleo. Una vez que te das cuenta de que no es un portero de discoteca y te escondes detrás de tu toalla de 50x100 cm, coges y te vas en frente del espejo con un palo. Sí, has leído bien. Que yo cuando me lo dio la primera vez pensé que me lo iba a tirar y a decir "busca, busca". Pero no, el tío va, me da el palo y me dice: "Hala, ponte ahí, y me haces 500 giros. Oblicuos". Y tú piensas: "Ah, bueno... si son giros oblicuos, entonces merece la pena pagar los 70 euros...". Y te pones, superdigna, con tu palo de escoba en frente del espejo, "paunlao, palotro, paunlao, palotro...", porque tus energías el primer día son inagotables... Pero ya te cansas, porque ves allí a todos los tíos y las tías superbuenos, con su ropa de marca y sus pechos superbien colocados, y empiezas a deprimirte, porque piensas: "Joder, ¿cuántos giros oblicuos de fregona habrá hecho esa para estar así?. Me voy a tener que tirar aquí diez años. No voy a ganar pa piñas". Así que le devuelves el palo al pecholobo de tu monitor y le dices: "Hala, me voy a fregar a mi casa, que me sale más barato".

Y con el dinero que he ahorrado estoy pensando en irme de vacaciones, no sé... a Teruel a ver si existe o a Burgos, mismamente. Allí no hay playa, así que me podré poner esas camisetas XXL que te regalan los de Reparaciones Jiménez color "beige dos lavados y fuera letras". Por lo menos el bikini no me perseguirá hasta allí y podré descansar en paz.
O no, mira, mejor me lo llevo. Es mejor afrontar los miedos. Además, allí en Burgos son especialistas en embutir morcillas ¿no?. Pues eso, lo mismo hay suerte.

PD: Y ahora os dejo, que me voy al gimnasio... a pegar patadas voladoras y esas cosas. Porque no sólo de giros de escobón se vive.
¡¡FELIZ VERANO!!

domingo, 27 de mayo de 2007

Machum hispanicus: 1- Pechopalomo

He decidido retomar esto ante la desbocada ola de amenazas por tenerlo abandonado. Por favor, dejad de escribirme anónimos con letras recortás de la Superpop. Gracias.

Ya fue el día del orgullo friki, pero como yo soy una adelantada a mi tiempo (como el correcaminos) y ya he hablado de lo gratamente orgullosa que me hallo de lo que muchos tachan de engendro social, supongo que debo de buscar otro tema de conversación. Sin embargo, antes de nada, quería comunicaros que me encuentro doblemente gratificada puesto que soy chica, y eso, visto lo visto, es casi algo inaudito. Así que nada, me molo el doble.
Y diréis, novelatontolabaesta lo subidita que está.
Todo tiene su explicación.
La mía es que hoy, en mi perseverante estudio sociodemográfico español (para que en las noches españolas no dejen de escucharse los hermosos aullidos del lobo), vengo a hablaros de una especie, que se caracteriza precisamente por estar encantados de conocerse. Y hablando de orgullo, quién mejor que ellos.
Hoy voy a hablaros de esos pequeños hombrecillos a los que yo cariñosamente llamo pechito-palomos.
Históricamente hablando, el primer pecho-palomo oficial según la Biblia (que era el BOE, El Cosmopolitan y el Muy Interesante de la época), fue Jesucristo. Tras una ardua e intensa investigación, he conseguido este documento gráfico que lo corrobora:


Por definición, los pechito-palomos son tíos que, como su propio nombre indica, viven sacando pecho al más puro estilo palomo machote en celo. A veces incluso palmeándoselo rítmicamente y señalándote mientras te guiñan un ojo. Yo creo que he llegado a oír el sonido gutural cual palomilla grácil cuando se acercan a la presa. Porque “Oh, sí, nena. Qué suerte has tenido esta noche al conocerme. Jhú-Jhá”.
A mí me repatean. Pero tengo que reconocer que son la especie que más entretenimiento y divertimento visual me causan.
Un pechito palomo se acerca a la futura conquista con andares sugerentes, frunciendo los labios e incluso contoneándose. Todo irá en función de la cantidad de cubatas que hayan sido ingeridos. La pronunciación y vocalización de las frases empleadas como armas de conquista, variarán por tanto en función de las mismas:
- ¿Qué tal nena?
- (mirada de asco de tía mientras lo analiza de arriba abajo) Hola (con la boca torcida y tapándose con la copa para no descojonarse en su cara)
- Bueno ¿qué? (apoyándose en la columna o en la barra y subiéndose la manga de la camiseta/camisa para que se vea que ha estado haciendo pesas mientras comprime todo el aire en el pecho y abulta los hombros).
- (la chica perdida…) ¿Qué de qué?
- Hombre… que llevas toda la noche mirándome. Y he dicho… vayamos a conocer a esta ninfa.(levantando las cejas haciéndose el interesante y azul casi de tener tanto aire acumulado en el pecho)
- (la tía que se vuelve a tapar con su copa en cuestión para no descojonarse de nuevo). ¿Así que llevo toda la noche mirándote? No tienes tú rollo...
- Hombre, yo lo entiendo, porque estoy tan bueno que no me toco para no correrme el maquillaje, ¿sabes? (vuelve a fruncir los labios).
(ahora llegaría el momento de palmearse el pechito en plan “aquí estoy yo”).

¿Qué pasa luego?. Normalmente las tías se descojonan en su cara, luego pasan de ellos, y posteriormente se descojonan de nuevo al contárselo a sus amigas en grupos de debate por el fomento de la cultura masculina (El hombre: ¡¡ese gran desconocido!!).
Peeero…los pecho-palomos están buenos. Buenos del carajo. Son tontos, se lo tienen creído. Pero las tías a veces somos un poco pánfilas también. Y joder, para un polvo, pues mira, no están mal. Y caemos presas.
Ahora, a las chicas, una advertencia. Con estos no llegáis al orgasmo ni de coña. Vamos, por una sencilla razón. Ellos se molan a sí mismos, se ponen solos nada más de mirarse lo guapos que son y lo tremendamente buenos que están. Te puedes quedar tu en tu conjuntito supermono del womansecret tirada en la cama mirando las grietas del techo que ellos seguirán frente a tu enorme espejo del cuarto marcando bíceps y mirándose como mueven las tetitas al compás de una música absurda.

Que en mitad del tema pueden estar pensando en sí mismos para correrse, vamos.

Y digo yo... ¿para qué nos quieren entonces?. Yo creo que reniegan de su naturaleza solitaria, porque eso les llevaría a la extinción. Pero la cruda realidad es que están condenados a estar aislados de la presencia femenina, al eterno onanismo. La madre naturaleza debe seguir su curso, que en este caso se rige por la ley del cinco contra uno.

Así que chicas, dejadlos correr…
O volar, cual palomillas errantes.
Que siempre es mejor gorrioncillo cojo en mano que pecho-palomos volando.

Y chicos, si sois machos ibéricos bienavenidos, no temáis por vuestra supervivencia.
Ya nos encargamos nosotras de que no os extingáis.
Pero no sucumbáis al lado oscuro...

domingo, 15 de abril de 2007

Be friki, my friend

Ser friki no es ser un despojo social, aunque muchos se empeñen en demostrar que sí. Se tiende a equiparar el término a algo negativo, en sentido despectivo, pero a mí me enorgullece que me digan friki. Es de lo único que no me averguenzo que me etiqueten (ooodio las etiquetas). Por eso creo que un friki tiene dos dimensiones, una 'ad extra', o de puertas pa fuera, si dejamos los snobismos culturales a un lado, que sería eso de 'despojo social' y 'raro' sobre todo. Y otra, de puertas pa dentro, en la que tú sabes que sabes muchas más cosas que el resto, eres especial y te sientes feliz y reconfortado. Yo por lo menos me siento así, y no es que sea el colmo del frikismo, simplemente vivo en este mundo y me gustan los aspectos y manifestaciones culturales de este planeta (y de otros).

Te das cuenta que eres friki el día que apuntas en tu agenda: 4 de mayo: cumpleaños de mi amigo Manolo, y al lado con letras fosforitas y subrayado en rojo (tres meses antes): ESTRENO SPIDERMAN 3. Que claro, llega el día del cumpleaños de Manolo y se te olvida, porque ese día abres la agenda y te deslumbra tanto colorido. Ese día ya, mi querido mellon... ya no hay vuelta atrás. Abróchate el cinturón Dorothy, porque nos vamos al mundo de Oz... a fumar unos petas.

Hechas las aclaraciones pertinentes, procedo a relatar el porqué de este posicionamiento cultural y/o sociológico.

Resulta que me quiero comprar un bicho.

Pero uno que no se muera ni se fugue (véase mi pobre perrita de las praderas a la que llamé Lara Croft ... snif snif, donde andará).

Es un bicho feo y raro de 'El retorno del Jedi', pero sobre todo, absurdo (lo tenéis en la imagen)



Qué me gusta lo absurdo, madre mía.

De Pokémon me gustaba Phydack (un pato que solo se mareaba y era el único incompetente del grupo), de Futurama quiero adquirir a Mordisquitos (porque es un cráck! además me encanta Leela), de Chicken Little me gustaba un pez que no hacía nada, sólo gritar debajo del agua y que se llamaba pez (sí, es que no podía tener menos sentido...). Bueno, y cuando fuimos al estreno de 'El retorno del rey' le solté un puteo a mis amigos que llegaron tarde porque me había perdido el principio que salía Gollum, diciéndoles con lágrimas en los ojos:

- ¡¡Habéis llegado tarde!! ¡¡y ahora por vuestra culpa me he perdido el trozo que sale Gollum...!! ¡¡ Y VOSOTROS SABÉIS LO IMPORTANTE QUE ES GOLLUM PARA MIIIIII!!!!

(¿dije todo eso?. Sí. E insisto: con lágrimas en los ojos)


En fin, con esto os hacéis una idea de lo dramática que me puedo llegar a poner. Pero el caso es que el tema de la rata con un diente, me ha enervao. Cagondios, que parece que ya, porque uno se quiera comprar una rata que aparece en 'El retorno del Jedi' durante trece segundos riéndose como una desposeída loca y mordiéndole a C3PO, ya tiene que ser una marginada social... jhmm... Bueno, joé, vale. Muy normal no es, pero tampoco es para que te digan: "Joe Stefy, eres una puta friki. No me puedo creer que te quieras comprar ese bichejo". ¿Anda y por qué no?. Pos ahora voy y me lo compro, ea.

Yo creo que soy friki para llevar la contraria. Para no ser igual que el resto. Pero bueno en realidad soy igual que el resto... de los frikis.

Pero eso mola en realidad.
Y además, tiene muchísimas ventajas. ¿Que no?. Por ejemplo, cosas que me pasan a mí que no le pasan al resto de los mortales:

- Ir paseando por Berlín y encontrarme con Jonah Jameson. O al menos, al clon. Joder, si Peter Parker tenía tantos en los setenta... a ver si no va a haber alguno suelto del Jonah! con estos de Marvel nunca se sabe...!
- Ir de tronos en Málaga y poner tú de fondo (pa no aburrirte) la música de Darth Vader al paso procesional de la Virgen de la Esperanza. Hacedlo, verás como sigue el ritmo. Lo que pasa que te ríes y nadie sabe por qué lo haces y te miran raro.
- Irte al mil tapas ese y poner el nombre del primer enzarpao que se te ocurra. El otro día puse Peter Petrelli... y dije: ¡voy volando! cuando me llamaron. Lo que pasa que yo fui la única que cogí el chiste (desgracia de ser friki)
- Estar dando vueltas por el centro y encontrarte con Sylar el de Héroes y esconderte para que no te coja (porque tu tienes una pulserita que dice que tu eres uno de ellos...)
- Ver Aída y descojonarte porque el Fidel (el niño gay) te recuerda inevitablemente a C3PO. O ver La guerra de las galaxias y descojonarte con C3PO porque te recuerda al niño gayer de Aída, igualmente.
- Ir a comprar cómics en una tienda gabacha, que te suene el móvil y que todo el mundo (puñeteros franchutes!) te mire raro porque tienes el tono de Spiderman de los años 70. Bueno, con el tono este me han pasado más cosas raras, pero no es cuestión... jaja
- Ir conduciendo y gritarle al de al lado: "Tranquilo mejón solo que con ustede me pongo nervioso...se dai cuennn!" y quedarte tan pancha.
- Decirle a tu amigo: ¿lo qué? ¿la palabra larry?, cuando no te enteras de algo.
- Luchar contra tu amigo con una espada de los chinos de colorines. Bueno, uno lucha y el otro se tapa la boca y hace un sonido como el de Darth Vader tras la máscara. Yo a veces añado: Bienvenidos a Trumania (que no tiene nada que ver, pero hace el mismo sonido en la peli de El show de Truman frente al espejo)
- Gritar cuando se pone el semáforo en verde: ¡¡SUUUPERVERDE!! Ohhh maiilooonnn...
- Meterte en una pelea y decir: "Así no se hace güín!!". E intentar escurrir el bulto rezando: "Sé que no suelo hacer mucho esto... pero si estás ahí arriba ¡¡¡sálvame Superman!!!"
- Ver a dos de tus amigos (joder, estoy rodeada de putos frikis!) haciendo un street fighter, y tú poner la musiquilla de fondo.
- Ir a comer fuera y decir: "No, loz ozcoz no eztán muy dicoz" con voz de gollum, sino te gusta algo del menú. O "quedate con tus sucias papas" si no te quieres comer las patatas fritas y dejárselas a tu amigo.
- Dar las indicaciones de un sitio y decir: "y luego luego luego...arriba arriba aarriba del toooodo..." con voz enzarpada. Siendo opcional esconderte detrás de un árbol y chillar.
- Decirle al de al lado: ¿Qué dices Chiwi? si no te enteras de lo que te está contando. O, en su defecto, preguntarle a alguien para que traduzca: Te voy disí una cosa mapashito... ¿qué carajo le pasa er perro?, ¡como barbeti!.
- Sentarte en un asiento de tren y decir: "qué tal muchachaada... voy a sentarme aquí hasta que venga el revisor y me eche", y reírte tu sola porque seguramente tampoco entenderán la gracia.
- Ver una peli chorra y decirle a tu acompañante: "Creo que he entendido la película... ¿así que los de asuntos internos sabían que los de la CIA les tendían una trampa...?"
- Mirar las nubes y decir: "Hay algo más esponjoso que una nube? si lo hay no quiero saberlo...".
Bueno.... y un larguísimo etcétera. Porque ser friki te permite, además de llevar una vida mucho más emocionante e intrépida, desarrollar un nuevo lenguaje.Que ya hubiera querido el esperanto conseguir tanto, oigan. Por ejemplo, sino eres friki, no entiendes esta viñeta:
















El peligro: pues obviamente caer en la esquizofrenia, porque nadie entiende tus graciejas nada más que tú, y eso conlleva una nueva personalidad paralela para no sentirte solo. Todos los de marvel son esquizofrénicos, a ver que te crees tú que se inventaron lo de la doble personalidad de los superhéroes de la nada... JÁ! una M como una House of!. Fijo que Stan Lee le contaba los chistes a su alter ego el trepamuros, menos mal que le dio rienda suelta a su imaginación y plasmó su doble personalidad en papel... y se forró por cierto.
Por no hablar de Tolkien... que Gollum no aparece por casualidad en la trilogía fijo, que seguro que era un desorden mental de este señor.... pobrecillo, algún trauma el día de su boda tuvo que tener con el anillo, se lo comió el gato o algo. ¿¿¿No hay investigaciones sobre esto??? (jhum: nota mental: hacer la tesis sobre esto).

OYE! Que a ver si esto de friki va a dar pasta....jhum.... NOOOOooooOOOooo (ironía).... que va. Que se lo digan a George Lucas. Los que le dijeron: "Sí anda quedate con los derechos, total, no vas a ganar pa pipas..." Pa pipas no sé... pero pa un par de porches y tres o cuatro fincas, qué digo fincas...países enteros, le ha dao al tío.

Uy, cuidao con Stan Lee... que se cree Chuck Norris y nos quiere dar una patá voladora... ¡¡el mu gatuno!!

En fin, que si nuestro afán friki es sin ánimo de lucro y si, esencialmente, no queremos caer en la locura (debemoh mantenehno zerenoh), existe una solución: encontrar a alguien igual de friki que tú que te entienda. Yo he encontrado algunos (véase Maiguelorn de Góndor, que es el que me llevaba a Norma snif snif), pero el que se ríe con casi todas las chorradas sin sentido que digo es un amigo mío, que actualmente es el que sustituye a Maiguelorn en las tareas de acompañamiento en tareas frikis, véase Norma (HOLA MANU!). Nuestras conversaciones se reducen a coletillas memorizadas de diferentes series, películas y/o doblajes cafres nuestros durante esas series o películas como los mencionados arriba. Yo lo he denominado la temida ESPIRAL ABSURDA (lo pongo en mayúsculas pa que se entone de manera enzarpada). Básicamente, nos podemos estar horas diciendo:

- Y comeremos crêpes para celebrarlo...ñam ñam ñam....
- No puedo dejar de comer este fango...me estorban los brazos... ¡¡me los comeré!!
- Pero con la mente?
- MUUUU RICO
- El yogulado está maldito....
- ¿Batman es científico?
- ¡Que no es Batman!
- Un día estás gobernando toooooda la galaxia y de repente te encuentras tomando té de Darjiling con Maria Antonieta y su hermanita!
- A tí te llamaré... Meneiiillos....
- Te llamaré Biscosín y serás solo mío.... ¡¡biscosín malo!!
y un largo etc que puede proseguir por los siglos de los siglos...
Porque nos sabemos toooodos los capítulos de los Simpsons, toooodos los de Futurama, prácticamente toooodos los de Padre de Familia, más Friends, más una amplia gama de pelis (absurdas y no tanto). Me acuerdo de un día, volviendo de Granada que nos tiramos todo el trayecto con un diálogo de los simpsons y descojonándonos. Dios, qué bucle más tonto. Fue la espiral más absurda en la que he entrado.
Lo malo es que todavía no hemos salido.

En fin, que creo que para ser friki tienes que tener, además de simplemente interés por lo que te rodea, tener un interés más que especial por lo absurdo. Pero ser absurdo también tiene muchas más ventajas que ser normal.
Si ya lo decía aquel, que la inteligencia tiene sus limitaciones, pero la tontería no tiene límites.

Así que nada, el que se quiera unir, que levante su espada láser.
Gracias hermano de Manu por hacerme persona y legarme Star Wars, se la devolveré en breve y me la compraré...
y luego comeremos crepes para celebrarlo!!! ñam ñam ñam!!

sábado, 31 de marzo de 2007

Todo sobre mi madre

Hay algo que cambia tu vida: Tener un hijo.
Este acontecimiento marca un antes y un después... a la hora de ver una película.
Antes ibas al cine, y toda esa amalgama de planos secuencia, música de fondo, técnicas de fotografía... eras capaz de analizarlo al milímetro. Que más quisiera Garci, ¿eh?. Un auténtico hacha. Un fiera del celuloide.
Te sabías la filmografía de tu actor preferido, el sabor del batido que prefería y el año que se le cayó el primer diente. Y por ende, sabías todos los diálogos de sus películas, año de publicación y curiosidades del rodaje.
Pero todo se acaba.
Y tu cultura cinematográfica acaba justo en el momento en que tienes un hijo.

Aunque para no dramatizar... os diré que no es que acabe. Como decían por ahí, es como la materia, que no se crea ni se destruye, sino que se transforma.
Mi madre, por ejemplo. Es una de mis acompañantes asiduas al cine. Normalmente le digo "cuando se estrene [película que anuncian tres meses antes que tiene un reparto de lujo y se ve supercurrada] vamos a verla juntas, ¿vale?". Total, que llega ese viernes de estreno y cuando vamos a ver la película, se queda mirando los carteles de la entrada uno por uno. Y de repente salta:
- La de las piñas, la de las piñas. Esa tiene que ser bonita.
"La de las piñas" en su día era "50 primeras citas", una comedia romántica estilo domingo por la tarde en Antena 3, protagonizada por Adam Sandler y la chica de ET, Drew Barrymore. (Sí, aún no he tenido hijos). La conversación siguió por estos derroteros:
- Mamá... la de las piñas no. Esa me la bajo de internet y la vemos en casa.
- Pero esa tiene que estar graciosa.
- Graciosa sí, pero que no va a colar, mamá.
- Pues yo vi el otro día una, que era del tío este, y era muy bonita.
- Mamá... ¿pero no íbamos a ver [nombre de película currada]?.
- Es que siempre tenemos que ver las que a tí te gustan. Pues a mí me gusta la de las piñas.
- Bueno, no quieres ver la otra entonces ¿no?.
- Es que a tí te gustan las de bichos. Yo de bichos no quiero ver.
- ¡Pero si es de investigación, de una trama de corrupción en los EEUU!
- Esa es un rollo. Yo quiero ver la de las piñas.

Bueno, ni que decir tiene que vimos la de las piñas. Sí, la verdad es que tenía razón, estaba graciosa. Ella se lo pasó en grande, se rió un montón durante la proyección, pero cuando termina, va y me dice:
- Mañana venimos y vemos la que tu querías ver. La de los bichos.
- Mamá, yo mañana no puedo venir.
- ¿Ves?. Si es que ya no me traes al cine nunca. Nada más que te vas con tus amigos y a mí no me llevas a ningún sitio.
(chantaje sucio)
- Bueno, pues la semana que viene venimos ¿vale?. El viernes estrenan la de [película currada II]. Venimos y la vemos ¿vale?.
- Vale.
Y a la semana siguiente. Vuuuelta a empezar, como el cortinglés con los corticoles. Pues mi madre igual con las piñas.
Pero la verdad es que yo me lo paso en grande con ella. Una de las pocas veces que la he convencido para ver una película y he conseguido arrastrarla hasta la sala sin que fuera seducida por ningún otro tipo de peliculilla comercial barata, fue con "El señor de los anillos: la comunidad del anillo". Nos sentamos dentro, día del estreno, la sala rebosando. Escena de elfos.
- A ver. Estos de las orejas de punta... ¿son buenos?.
- Sí mamá.
- ¿Y ése?
- Ese es un enano.
- Ahm... ¿y ése?
- Ese es un hobbit mamá, que tiene que llevar el anillo.
- Un jóbi? Mira... a vaya mierda de película que me has traído, no me estoy enterando de ná.
Total, que van pasando las horas y mi madre parece que se va interesando por la película.
- A ver... el elfo ese. ¿Ese es bueno?
- Mamá...eso es un orco.
- ¿¡Pues no me habías dicho que los de las orejas de punta eran elfos!?
- Sí, pero eso es un orco. Mira, los feos son malos.
- ¿Y el de la capucha?
- Ese es un mago.
- Y si es un mago... ¿por qué no coge y se los lleva volando?. Pues vaya mierda de mago.
Desde luego que Tolkien y mi madre hubieran tenido unas palabritas. A ver si tiene huevos a enfrentarse a ella. Total, que ya al final, se ve a Frodo y a Sam en un plano general, con el monte del destino de fondo. Y se acaba la primera parte. Y me dice:
- ¿Ves? Ahora no me he enterao de lo del anillo. Ni si lo ha tirado ni nada. Esta película es un rollo... que no tiene ni final.
- Mamá, que es la primera. Quedan dos mas. Es una trilogía.
- Ah. Pues el viernes que viene venimos y vemos las otras dos.
Pues fuimos a ver la segunda, y luego la tercera, pero no al viernes siguiente como ella pretendía. Durante esos años mi madre se volvió fan incondicional de El señor de los anillos, tanto que es como la típica hooligan destructiva. Da hasta miedo a veces. En "El retorno del rey", pude disfrutar de sus comentarios durante el final de la peli. Mucho mejor que los extras, que no le llegan ni a los talones, vamos.
Situémonos. Escena final, monte del destino. Se ve a Frodo, Sam y Gollum ahí luchando infatigables entre sí para tirar el anillo. Mi madre:
- Ay... mira. El Frodo me tiene frita ya ¿eh?. Pero... ¡¡míralo, míralo!! ¡¡Si es que es tonto!!.
- Mamá...
- Y el otro. Ay pobrecillo. Si es que lo tiene que acarrear y tó. No tiene rollo, que dice que no puede andar por el anillo... Será vago el Frodo, ¡ay que mal me cae!
- Shh...
- ¡¡Ay que no lo tira!! (a Sam) Achúchale!!! Pero achuchale!!!. Mira, yo cogía y lo achuchaba eh? con el por culo que da el Frodo...¡¡que llevas dando por culo ya tres películas y ahora no lo tiras!! ¡¡ACHUCHALEEE!!!.
Bueno, que menos mal que lo tiró, sino mi madre va en persona hasta Nueva Zelanda y por su madre (que es mi abuela) que achucha al Frodo ella ¿eh?. Digo, anda que no es nadie mi madre.
Pero lo mejor no es ir al cine con ella. Es ver las películas en casa. Tenemos el satélite digital. Entonces ella llega, se sienta, se echa la manta por encima, me da el mando y me dice:
- Búscame una película de negros.
Y tú la miras y dices:
- ¿De negros cómo?
- Sí, de negros de esas bonitas de llorar.
"De negros bonitas de llorar" son estilo Kunta Kinte. Que yo no sé por qué pero a mi madre le encantan. Las películas en las que salga un negro superbueno que lucha por la libertad o de la Guerra de Secesión americana. Le flipan. Pero claro, ponte tú a las dos de la mañana a buscar una película de esas...
Total, que recorres los 350 canales del satélite sin mucho éxito hasta que dice:
- Me voy a tener que irme a acostarme porque no me estás buscando nada.
Eso te toca bastante la moral, porque tú estabas viendo ahí la FOX, un capítulo de alguna serie friki de estas tuyas, y lo has tenido que dejar para sumergirte en una búsqueda intensiva de negros americanos. El caso es que en uno de los canales ella parece que ve algo interesante:
- Ésa, ésa. Deja esa que acaba de empezar.
"El rescate" o algo así. La típica película medio penquilla, que no sabes por qué pero justo a la media hora parece ponerse interesante. Y te introduces en el argumento...
- Ah! ¡Esta ya la he visto!. Verás tú, este ahora, el negro, coge y mata al otro que se acuesta con la mujer. Y el de la CIA luego lo persigue y al final el otro lo coge.
- ¡Mamááááá!
- ¿Qué?
- Joé... que me la has destripao.
- Pero si te estabas quedando dormía.... Verás, verás tú. Mira ese que malo es.
Y entonces te quedas ya, pa ver como acaba, pero sin ningún interés. Y con los comentarios de advertencia de tu madre.
Pero hay algo más divertido que ver una película con tu madre. Es verla con tu madre y con tu padre. Hoy, por ejemplo, hemos visto 'Acorralado', película de Rambo mítica donde las haya:
Papá(P): Encarni, pero si esa ya la has visto.
Mamá(M): Y tú también. Verás tú... uy ahora es cuando coge y roba el camión ¿no?. ¿Eh Pepe? ¿eh? ¿eh?. ¡¡Pepe!! ¡¡que te estás quedando dormío!!.
(P): Sí, Encarni, sí...
(M): ¿Ves tú? Como yo sabía que tu la habías visto ya. Y ahora coge la metralleta (me mira a mí). Es que a él le gusta la metralleta esa mucho, ¿sabes?.
Yo: Pero... a ver, la peli de qué va. Porque no creo yo que se ponga a pegar tiros por la cara.
(M): La peli va de que él es un soldado del Vietnam y vuelve y no le quieren dar trabajo...
Yo: Bueno, y entonces ¿qué hace?
(M): Pues se pone a dar por culo. ¿Ves?, ahora le va a prender fuego a tó eso.
(P): Pues como siempre, Encarni. Si ya la has visto veinte mil veces.

Esta situación sólo puede ser superado por el juego de las películas. El juego de las películas es cuando mi madre ha visto alguna película y me la quiere recomendar. Por ejemplo:
- Ayer vi una película muy bonita.
(Sí, las madres sólo distinguen entre películas bonitas y feas, aunque el otro día un amigo me contó que su madre distingue un subgénero, que es película de "amores y lujos", lo cual quiere decir que [a los niños no hay que pegarles] esa madre no ha tenido sufientes hijos como para olvidar tantas cosas de cine como el resto).
- Sí, ¿cuál?.
- Pues era una de este actor que me gusta mucho a mí.
- ¿Cuál, mamá?
- Ése, el que me gusta mucho a mí. Si tú sabes cuál es.
Aquí siempre uso el comodín "Dustin Hoffman" que por lo general, suele acertar (aunque también suele ocurrir que cuando llevamos un rato hablando me doy cuenta de que no es Dustin Hoffman).
- Ese. Y él era policía. Y tenía que salvar a unos niños. Y luego al final se mueren todos.
- Joder mamá.
- ¿Qué?
- ¡Que para qué me la cuentas! ¿y si ahora la quiero ver, qué?.
- Pero si a tí no te gustan esas películas. Y además tienes muchas cosas que hacer. Que nunca me puedes llevar al cine ni nada.
(chantaje sucio de nuevo)

En fin, que aunque no distinga entre géneros, no recuerde los actores, ni la mayoría de los argumentos, ni siquiera las películas que ha visto hasta que no van por el minuto 45. Pero el caso es que le gusta el cine mucho más que a mí.
Sólo aspiro a que cuando tenga un hijo, él se lo pase tan bien en el cine como me lo paso yo con ella.
De hecho, rezo a diario por el día en que mis padres tengan su propio programa tertulia televisivo en el que puedan comentar los estrenos de las películas. Es que ya los estoy viendo, ni la Raquel Revuelta les haría sombra:
(M): La película es de una montaña. De estos dos actores que me gustan a mí mucho... estos dos que no son negros. Y entonces el vaquero y el otro, cogen y se van al monte.
(P): ¿Los mariquitas?
(M): Pepe, no digas mariquitas por televisión. Además que tú no la viste. Te quedaste dormido.
(P): Es que a mí películas de mariquitas no me llevas a ver ni una más ¿eh Encarni?.
(M): Sí, que vaya ronquidos que metías, Pepe. Pues al final es muy bonito porque el otro se muere, uno de los mariquitas, y el otro mariquita se queda solo.
(P)Pero si tú ya la habías visto antes, Encarni.

Tiembla, Garci.
Porque el cine será grande.
Pero más grandes son ellos.

miércoles, 28 de marzo de 2007

Para ser conductor de primera

Hoy, 28 de marzo, un amigo mío ha suspendido el carné de conducir (coches o ¡¡¡BÓLIDOS!!!...que se te llena la boca).
Seguro que el examinador era un cabrón.
O algún conductor hebrio de protagonismo en las carreteras se cruzó en tu camino de forma despiadada.
O algún peatón (pagado previamente por el examinador) se tiró a la carretera en plan kamikaze sin que tú, oh pobre pre-conductor novel, pudieras evitarlo.

O...en última instancia ha podido ser la crispación política. Aprovecha el tirón, que no se habla de otra cosa. Bueno, qué carajo. Puedes echarle las culpas a las tetas de la Pataky, que tiene más sentido. Seguro que el examinador cabrón también pensaba en eso.
El caso es que hay que echarle la culpa a alguien. Cuando tú conduces, el mundo se hostiliza. Ya no somos tranquilos y pacíficos ciudadanos que deambulan por el mundo con una simpática musiquilla de fondo y sin saber qué carajo es embragar o desembragar (muchos de los que conducen tampoco lo saben en otros muchos sentidos, pero ese es otro tema). El caso es que nuestro mundo de florecillas y mariposas se transforma en un universo pedregoso y maléfico, donde el resto de conductores y peatones se empeñan en hacernos la vida imposible y claman al cielo venganza. Y así vamos, acojonados, tartamudeando, pidiendo permiso con las pupilas dilatadas y la cara pegada al cristal, a punto de echarnos a llorar de un momento a otro para que nos dejen pasar en un ceda, suplicándole a los peatones porque no se suiciden y rogándole a a la puta palanca que meta la primera cuando yo se lo ordene.

Ocurre que la primera vez que el conductor novel coge solo el coche le molesta todo: la radio (que la apaga), la ventana (que entra mucho aire/ruido...y además siempre alguien se empeña en abrir), y mira angustiado el asiento de al lado porque ya no está el profesor. Te das cuenta de que no venía de serie con el coche e intentas asimilar el cambio mirando una y otra vez antes de arrancar. Porque lo mismo si lo imaginas y lo deseas con mucha fuerza mientras metes primera, aparece guiñándote un ojo. Porque el profesor es el comodín, tu sabes que aunque lo hagas mal, él lo va a arreglar. Es como MacGuiver, como Superman... como Chuck Norris. Lo puede todo. Detener el espacio, el tiempo y evitar los choques frontales. Conducir así es como ir al 50x15 sin comodines y con el Sobera al lado con la ventanilla abierta. Eres como el puto Marco, te han abandonado para siempre y ahora tienes que enfrentarte al mundo tú solito.

¿Y qué haces?. Pues lo primero que se te pasa por la cabeza es ir a un descampado desértico, donde ahogar tu soledad haciendole eses a los arbolitos... pero no...¡¡tu madre se empeña en que la lleves a Vialia con un cd de los panchos!!. Y después de un trayecto que te pareció el mismo infierno donde diversos conductores te han agitado el puño por la ventanilla (mítico), y a duras penas has introducido el coche (y has sacado también a duras penas) en el parking de Vialia, regresas a casa donde te acuestas como si te hubieran dado una paliza, con la moral minada y las rodillas temblando.
Pero la fase de acojonamiento dura lo que dura la L en el coche. Y diréis: un año. Pues no, unos cinco días de media. A ver quién tiene cojones de pegar la L sin que se le caiga un año entero, vamos, que le doy un premio. Yo creo que bocasecaman se quedó así de echarle salivilla a los chupópteros de la L en un acto insistente de ser buen conductor y llevar la L pegada. Ay la inocencia... qué de disgustos nos da.
El caso es que pasados esos cinco días, cuando tu lucha contra la L te ha agotado hasta la extenuación, tu madre te ha obligado a ir de compras siete veces con la ventanilla abierta y tu cabreo con el mundo es general, constante y continuado, decides transformarte en: ¡¡EL CONDUCTOR TEMERARIO!!. El conductor temerario, como opositor a su génesis, no hace nada de lo que hacía su anterior yo. Ni mira por el espejo, ni revisa los retrovisores a ver si están reglados, ni ajusta el sillón, ni pone los intermitentes y, lo más importante, saca el brazo por la ventanilla, ¡aunque nieve!. El conductor temerario elimina de su lista de conocimientos el punto muerto y descubre la quinta marcha, que prácticamente es inutilizada por su anterior yo, y su mayor reto es aparcar con una mano en círculos y tirar fuerte de la palanca de cambio (antes lo hacía en tres movimientos, ahora pasa a ser un rápido y decidido: "raasss!", a veces acompañado de un rapidísimo "click" para soltar el cinturón, de modo que en centésimas de segundo, el conductor temerario ha conseguido lo que en diez minutos hacía el conductor novel).

Pero lo que verdaderamente distingue al conductor temerario del conductor novel es su modo de enfrentarse al mundo. Los conductores ya no son conductores. Está el gilipollas de detrás, el tontolaba de al lado y el inútil de delante. Y ahora eres tú el que se vengará de ellos, insultándolos a la vez, por turnos y adelantando y mirando con cara de superioridad y/o mala leche si consideras que son un estorbo social. Y por supuesto, te servirás de tu mejor arma para avergonzarlos y humillarlos: El pito. Que se llama así porque es el símbolo de masculinidad y virilidad en las carreteras. Si dos machos tuvieran que demostrar que son más válidos para una hembra en celo en un documental para la National Geographic lo harían en un duelo hasta el amanecer pegando acelerones y con el pito de su automóvil.

Vamos, que me diréis que es mentira. El coche es ya una prolongación tuya. Se convierte en un símbolo propio que redecoras a tu gusto, con tu música a toda pastilla (lo primero que haces es trasladar todos tus cedés al coche) y tus señas de identidad. Sobre todo eso, seña de identidad, de tantos mocos que te sacas con toda la tranquilidad del mundo en los semáforos y/o atascos (sí... mirad a cualquiera y comprobadlo...). Y es que es tu refugio, el caparazón que te protege del mundo exterior, una armadura con la que eres invencible y te puedes enfrentar a cualquier peligro. Te hace más fuerte, pero creas un vínculo emocional demasiado fuerte: le pones nombre, le cuentas chistes mientras lo acicalas con la manguera (léase y tómese en sentido literal), lo tuneas a tu manera. Tunear es hacerlo tú, basicamente.

Pero esta dependencia emocional tiene un lado oscuro, y es que tu coche te puede hacer daño en lo más hondo de tu ser. Primero, porque sufres al aparcar y al sacar el coche (¿Por qué siempre decimos "ffffsssshhh" cuando pasa casi rozando la columna del garage o al pasar entre dos coches muy muy justos?) y segundo, porque el conductor descubre el gatillazo. El coche se te cala, y ya el mundo se hace trizas, porque el tontolaba de al lado y el gilipollas de detrás se ríen, el que se saca los mocos te señala con el índice y el moco, y tú no puedes hacer nada, sólo arrancar lo más rápido posible, intentando arreglar el enredo. Pero ya es tarde, el daño ya está hecho. Porque te cala y es como si te hubiera hecho una putada tu amigo de toda la vida, te hiere el orgullo de conductor temerario... ¡¡porque a un conductor temerario NUNCA se le cala!!. Joder... que vas a tu boda y si se te cala por el camino... ya no te casas. Y ya puede haber ganado tu equipo preferido y ser tu novia la Elsa Pataky. Que a Carlos Sainz no se le rompió el motor joder... ¡¡que se le caló!! ¡¡SE LE CALÓ!!. A ver que te crees tú, que el "trata de arrancarlo" no era por problemas técnicos... es que no podía meter la marcha, ¡joder!.. Que yo lo pienso y se me saltan las lágrimas porque es como el gatillazo de una nación entera al unísono.

En fin, no tengáis miedo de los conductores temerarios, que al fin y al cabo, somos todos, como Hacienda. Tenéis que tener miedo de los cojoneros que se están sacando el carné. Esos sí que dan por culo, se han roto muchas parejas así, y muchas amistades. Esos son los verdaderamente peligrosos. Porque tú te estás sacando el carné y ya te pones en plan sabiondo en los coches que te montas:

- ¿Has puesto las luces?. ¿Por qué no pones punto muerto en el semáforo?. Cuidado con el peatón.
- (suspiro exagerado)
- ¿Por qué no te pegas al carril de la izquierda?. Adelanta a ese. Estás agotando la marcha. Mete cuarta. ¿Por qué no metes cuarta? ¿eh? ¿eh?
- Un ostión te voy a meter como no te calles, Manolo, ¡que me tienes frita!.

Y se vuelven peatones civilizados, que usan los paso de cebra aunque tengan que esperar horas hasta que el semáforo se ponga verde. Y ya pueden ser las cinco y media de la mañana y no pasar un puto coche por la Alameda. Que no cruzan porque son buenos conductores, inmejorables peatones y bellísimas personas (recordemos que son el antónimo al conductor temerario, aún no han sido pervertidos por las normas de circulación y la ley de la jungla urbana).

En fin, que con este bello y hermoso ejemplo que todos hemos vivido alguna vez con nuestros padres, amigos y compañeros más cercanos, queda claro que el coche es un punto clave a la hora de buscarle respuestas al conflicto social.
Tanto que yo creo que todo lo que hay ahora liado en España, tanta crispación y tanta gaita, es porque a Polanco le ha rallao el coche a Rajoy en algún mitin.
O porque a Rajoy se le caló y Polanco era el tontolaba de al lado que se rió.


Preguntas sin respuesta. Pero en el mundo de la circunvalación hay otra cuestión aún más peliaguda. El hecho de que la gente te observe continuamente. Tú miras al de al lado... que está a cinco metros de tí, o seis...¡y te mira!. Como acojona eso. Ya puedes mirar de reojo, que el tío te mira. Que ya puede ser tuerto, que también te mira. Pero te da igual, porque estás en tu refugio. En tu coche blindado que nadie puede traspasar y te sientes a salvo del mundo, aunque sin poder evitar mirar el asiento de al lado y sentir nostalgia por ese profesor que nunca, nunca, nuuunca volverá.

(A no ser que le pagues 40 euros la hora, que es bastante probable que vuelva)

Así que nada, Miguelito.
Suerte en el próximo examen.
Ve tranquilo.
Conduce despacio.
No mires a nadie en los semáforos.


Y por lo que más quieras...
Que no se te cale, por Dios... ¡¡que no se te cale!!.