sábado, 3 de febrero de 2007

Tácticas y estrategias

Hay un anuncio de movistar (toma ahí product placement) que sale un tío intentando ligar con una chica hablando de una película checa en V.O., haciendose el sensible y el comprensivo hablando del tímido aleteo de una libélula.
Y la tía pasa de él.
Y es que no se enteran. Se creen que nos gusta el rollo del chico sensible y romántico. Sí, nos gusta, pero después de que nos hayan tirado al suelo y nos hayan violado siete veces de manera violenta. Y no pretendo que esto sea una columna al más puro estilo Sexo en Nueva York, porque no me parezco ni de lejos a la protagonista, pero es que ya no quedan tíos de verdad. Se ponen a leer libros como El método (¿para qué leen nada?) y usan estrategias psicológicas que se supone que deberíamos usar nosotras. Sólo les falta decir que les duele la cabeza. Yo es que ya los veo: "No cariño, hoy no, que ha perdido el Barça y estoy deprimido".
¿Es que se han invertido las tornas?.
A mí personalmente me desconciertan cada vez más. Entonces, ¿cuál es el modus operandi?. Si antes ya no lo entendía, ahora ya ni te cuento. Cosas como: ¿hay que ser lanzada y decidida e ir a por todas o usar la táctica de la chica misteriosa que aparentemente pasa del chico en cuestión?, ¿hay que llamar antes o esperar a que llame?, podrían ser títulos de novela de autoayuda (que fijo que existen) que me sacan de quicio. No tengo paciencia.
En parte creo que es porque soy solapada. Sí. Hice un test de estos psicológicos que te dicen si tienes un cerebro masculino o femenino. A mí me salía que mitad y mitad, peculiaridad que se estima que comparto con el 4% de la población y que favorece la bisexualidad. La parte de tío favorece mi habilidad para aparcar en línea, hablar de fútbol, saber frikadas inquietantes y adorar el sexo. Y no es que esté toda mi vida pensando en el sexo, pero creo que es una necesidad vital y un derecho universal, y por tanto, si tengo un tío que merece la pena delante de mis narices ¿para qué voy a desperdiciar la ocasión?.
Supongo que eso me convierte en un zorrón, a veces me entran cargos de conciencia temporales por lo que pueda pensar la gente, pero se me pasan en seguida porque tampoco creo que esté haciendo nada malo, y tampoco es que esté todo el día dale que te pego.
Tengo una amiga que dice que al paso que llevamos, vamos a tener que andar rogando para que nos la metan. Y así nos va, que los tíos yo creo que ya no les gusta follar y prefieren hablar de la quinta sinfonía de Beethoven y la última película de Woody Allen. Que no tengo nada en contra, pero sigo diciendo que prefiero que me violen antes.
Sexo y lectura no van de la mano. Si los tíos no leyeran libros como El método, quizá otro gallo nos cantaría. Y no es por nada, y no quiero ser alarmista, pero vamos de cabeza a la extinción del macho ibérico. No sé como a Chicho Ibáñez Serrador no se le ocurre escribir una historia para no dormir sobre esto. No se me ocurre nada más escalofriante que el hecho de que a los tíos les haya dejado de gustar el sexo... ¿pero a dónde vamos a ir a parar?

Os aviso...
Habéis ganado un asalto pero no la batalla.
Volverán a cambiar las tornas.

Y os lo dice una solapada.
Con mocos, pero solapada.


PD: HOY ESTOY MUUUY ESPESA. Un virus griposo invade mi cuarto al ritmo de una música épica de batalla. Si sobrevivo, seguiré por aquí.