sábado, 31 de marzo de 2007

Todo sobre mi madre

Hay algo que cambia tu vida: Tener un hijo.
Este acontecimiento marca un antes y un después... a la hora de ver una película.
Antes ibas al cine, y toda esa amalgama de planos secuencia, música de fondo, técnicas de fotografía... eras capaz de analizarlo al milímetro. Que más quisiera Garci, ¿eh?. Un auténtico hacha. Un fiera del celuloide.
Te sabías la filmografía de tu actor preferido, el sabor del batido que prefería y el año que se le cayó el primer diente. Y por ende, sabías todos los diálogos de sus películas, año de publicación y curiosidades del rodaje.
Pero todo se acaba.
Y tu cultura cinematográfica acaba justo en el momento en que tienes un hijo.

Aunque para no dramatizar... os diré que no es que acabe. Como decían por ahí, es como la materia, que no se crea ni se destruye, sino que se transforma.
Mi madre, por ejemplo. Es una de mis acompañantes asiduas al cine. Normalmente le digo "cuando se estrene [película que anuncian tres meses antes que tiene un reparto de lujo y se ve supercurrada] vamos a verla juntas, ¿vale?". Total, que llega ese viernes de estreno y cuando vamos a ver la película, se queda mirando los carteles de la entrada uno por uno. Y de repente salta:
- La de las piñas, la de las piñas. Esa tiene que ser bonita.
"La de las piñas" en su día era "50 primeras citas", una comedia romántica estilo domingo por la tarde en Antena 3, protagonizada por Adam Sandler y la chica de ET, Drew Barrymore. (Sí, aún no he tenido hijos). La conversación siguió por estos derroteros:
- Mamá... la de las piñas no. Esa me la bajo de internet y la vemos en casa.
- Pero esa tiene que estar graciosa.
- Graciosa sí, pero que no va a colar, mamá.
- Pues yo vi el otro día una, que era del tío este, y era muy bonita.
- Mamá... ¿pero no íbamos a ver [nombre de película currada]?.
- Es que siempre tenemos que ver las que a tí te gustan. Pues a mí me gusta la de las piñas.
- Bueno, no quieres ver la otra entonces ¿no?.
- Es que a tí te gustan las de bichos. Yo de bichos no quiero ver.
- ¡Pero si es de investigación, de una trama de corrupción en los EEUU!
- Esa es un rollo. Yo quiero ver la de las piñas.

Bueno, ni que decir tiene que vimos la de las piñas. Sí, la verdad es que tenía razón, estaba graciosa. Ella se lo pasó en grande, se rió un montón durante la proyección, pero cuando termina, va y me dice:
- Mañana venimos y vemos la que tu querías ver. La de los bichos.
- Mamá, yo mañana no puedo venir.
- ¿Ves?. Si es que ya no me traes al cine nunca. Nada más que te vas con tus amigos y a mí no me llevas a ningún sitio.
(chantaje sucio)
- Bueno, pues la semana que viene venimos ¿vale?. El viernes estrenan la de [película currada II]. Venimos y la vemos ¿vale?.
- Vale.
Y a la semana siguiente. Vuuuelta a empezar, como el cortinglés con los corticoles. Pues mi madre igual con las piñas.
Pero la verdad es que yo me lo paso en grande con ella. Una de las pocas veces que la he convencido para ver una película y he conseguido arrastrarla hasta la sala sin que fuera seducida por ningún otro tipo de peliculilla comercial barata, fue con "El señor de los anillos: la comunidad del anillo". Nos sentamos dentro, día del estreno, la sala rebosando. Escena de elfos.
- A ver. Estos de las orejas de punta... ¿son buenos?.
- Sí mamá.
- ¿Y ése?
- Ese es un enano.
- Ahm... ¿y ése?
- Ese es un hobbit mamá, que tiene que llevar el anillo.
- Un jóbi? Mira... a vaya mierda de película que me has traído, no me estoy enterando de ná.
Total, que van pasando las horas y mi madre parece que se va interesando por la película.
- A ver... el elfo ese. ¿Ese es bueno?
- Mamá...eso es un orco.
- ¿¡Pues no me habías dicho que los de las orejas de punta eran elfos!?
- Sí, pero eso es un orco. Mira, los feos son malos.
- ¿Y el de la capucha?
- Ese es un mago.
- Y si es un mago... ¿por qué no coge y se los lleva volando?. Pues vaya mierda de mago.
Desde luego que Tolkien y mi madre hubieran tenido unas palabritas. A ver si tiene huevos a enfrentarse a ella. Total, que ya al final, se ve a Frodo y a Sam en un plano general, con el monte del destino de fondo. Y se acaba la primera parte. Y me dice:
- ¿Ves? Ahora no me he enterao de lo del anillo. Ni si lo ha tirado ni nada. Esta película es un rollo... que no tiene ni final.
- Mamá, que es la primera. Quedan dos mas. Es una trilogía.
- Ah. Pues el viernes que viene venimos y vemos las otras dos.
Pues fuimos a ver la segunda, y luego la tercera, pero no al viernes siguiente como ella pretendía. Durante esos años mi madre se volvió fan incondicional de El señor de los anillos, tanto que es como la típica hooligan destructiva. Da hasta miedo a veces. En "El retorno del rey", pude disfrutar de sus comentarios durante el final de la peli. Mucho mejor que los extras, que no le llegan ni a los talones, vamos.
Situémonos. Escena final, monte del destino. Se ve a Frodo, Sam y Gollum ahí luchando infatigables entre sí para tirar el anillo. Mi madre:
- Ay... mira. El Frodo me tiene frita ya ¿eh?. Pero... ¡¡míralo, míralo!! ¡¡Si es que es tonto!!.
- Mamá...
- Y el otro. Ay pobrecillo. Si es que lo tiene que acarrear y tó. No tiene rollo, que dice que no puede andar por el anillo... Será vago el Frodo, ¡ay que mal me cae!
- Shh...
- ¡¡Ay que no lo tira!! (a Sam) Achúchale!!! Pero achuchale!!!. Mira, yo cogía y lo achuchaba eh? con el por culo que da el Frodo...¡¡que llevas dando por culo ya tres películas y ahora no lo tiras!! ¡¡ACHUCHALEEE!!!.
Bueno, que menos mal que lo tiró, sino mi madre va en persona hasta Nueva Zelanda y por su madre (que es mi abuela) que achucha al Frodo ella ¿eh?. Digo, anda que no es nadie mi madre.
Pero lo mejor no es ir al cine con ella. Es ver las películas en casa. Tenemos el satélite digital. Entonces ella llega, se sienta, se echa la manta por encima, me da el mando y me dice:
- Búscame una película de negros.
Y tú la miras y dices:
- ¿De negros cómo?
- Sí, de negros de esas bonitas de llorar.
"De negros bonitas de llorar" son estilo Kunta Kinte. Que yo no sé por qué pero a mi madre le encantan. Las películas en las que salga un negro superbueno que lucha por la libertad o de la Guerra de Secesión americana. Le flipan. Pero claro, ponte tú a las dos de la mañana a buscar una película de esas...
Total, que recorres los 350 canales del satélite sin mucho éxito hasta que dice:
- Me voy a tener que irme a acostarme porque no me estás buscando nada.
Eso te toca bastante la moral, porque tú estabas viendo ahí la FOX, un capítulo de alguna serie friki de estas tuyas, y lo has tenido que dejar para sumergirte en una búsqueda intensiva de negros americanos. El caso es que en uno de los canales ella parece que ve algo interesante:
- Ésa, ésa. Deja esa que acaba de empezar.
"El rescate" o algo así. La típica película medio penquilla, que no sabes por qué pero justo a la media hora parece ponerse interesante. Y te introduces en el argumento...
- Ah! ¡Esta ya la he visto!. Verás tú, este ahora, el negro, coge y mata al otro que se acuesta con la mujer. Y el de la CIA luego lo persigue y al final el otro lo coge.
- ¡Mamááááá!
- ¿Qué?
- Joé... que me la has destripao.
- Pero si te estabas quedando dormía.... Verás, verás tú. Mira ese que malo es.
Y entonces te quedas ya, pa ver como acaba, pero sin ningún interés. Y con los comentarios de advertencia de tu madre.
Pero hay algo más divertido que ver una película con tu madre. Es verla con tu madre y con tu padre. Hoy, por ejemplo, hemos visto 'Acorralado', película de Rambo mítica donde las haya:
Papá(P): Encarni, pero si esa ya la has visto.
Mamá(M): Y tú también. Verás tú... uy ahora es cuando coge y roba el camión ¿no?. ¿Eh Pepe? ¿eh? ¿eh?. ¡¡Pepe!! ¡¡que te estás quedando dormío!!.
(P): Sí, Encarni, sí...
(M): ¿Ves tú? Como yo sabía que tu la habías visto ya. Y ahora coge la metralleta (me mira a mí). Es que a él le gusta la metralleta esa mucho, ¿sabes?.
Yo: Pero... a ver, la peli de qué va. Porque no creo yo que se ponga a pegar tiros por la cara.
(M): La peli va de que él es un soldado del Vietnam y vuelve y no le quieren dar trabajo...
Yo: Bueno, y entonces ¿qué hace?
(M): Pues se pone a dar por culo. ¿Ves?, ahora le va a prender fuego a tó eso.
(P): Pues como siempre, Encarni. Si ya la has visto veinte mil veces.

Esta situación sólo puede ser superado por el juego de las películas. El juego de las películas es cuando mi madre ha visto alguna película y me la quiere recomendar. Por ejemplo:
- Ayer vi una película muy bonita.
(Sí, las madres sólo distinguen entre películas bonitas y feas, aunque el otro día un amigo me contó que su madre distingue un subgénero, que es película de "amores y lujos", lo cual quiere decir que [a los niños no hay que pegarles] esa madre no ha tenido sufientes hijos como para olvidar tantas cosas de cine como el resto).
- Sí, ¿cuál?.
- Pues era una de este actor que me gusta mucho a mí.
- ¿Cuál, mamá?
- Ése, el que me gusta mucho a mí. Si tú sabes cuál es.
Aquí siempre uso el comodín "Dustin Hoffman" que por lo general, suele acertar (aunque también suele ocurrir que cuando llevamos un rato hablando me doy cuenta de que no es Dustin Hoffman).
- Ese. Y él era policía. Y tenía que salvar a unos niños. Y luego al final se mueren todos.
- Joder mamá.
- ¿Qué?
- ¡Que para qué me la cuentas! ¿y si ahora la quiero ver, qué?.
- Pero si a tí no te gustan esas películas. Y además tienes muchas cosas que hacer. Que nunca me puedes llevar al cine ni nada.
(chantaje sucio de nuevo)

En fin, que aunque no distinga entre géneros, no recuerde los actores, ni la mayoría de los argumentos, ni siquiera las películas que ha visto hasta que no van por el minuto 45. Pero el caso es que le gusta el cine mucho más que a mí.
Sólo aspiro a que cuando tenga un hijo, él se lo pase tan bien en el cine como me lo paso yo con ella.
De hecho, rezo a diario por el día en que mis padres tengan su propio programa tertulia televisivo en el que puedan comentar los estrenos de las películas. Es que ya los estoy viendo, ni la Raquel Revuelta les haría sombra:
(M): La película es de una montaña. De estos dos actores que me gustan a mí mucho... estos dos que no son negros. Y entonces el vaquero y el otro, cogen y se van al monte.
(P): ¿Los mariquitas?
(M): Pepe, no digas mariquitas por televisión. Además que tú no la viste. Te quedaste dormido.
(P): Es que a mí películas de mariquitas no me llevas a ver ni una más ¿eh Encarni?.
(M): Sí, que vaya ronquidos que metías, Pepe. Pues al final es muy bonito porque el otro se muere, uno de los mariquitas, y el otro mariquita se queda solo.
(P)Pero si tú ya la habías visto antes, Encarni.

Tiembla, Garci.
Porque el cine será grande.
Pero más grandes son ellos.

miércoles, 28 de marzo de 2007

Para ser conductor de primera

Hoy, 28 de marzo, un amigo mío ha suspendido el carné de conducir (coches o ¡¡¡BÓLIDOS!!!...que se te llena la boca).
Seguro que el examinador era un cabrón.
O algún conductor hebrio de protagonismo en las carreteras se cruzó en tu camino de forma despiadada.
O algún peatón (pagado previamente por el examinador) se tiró a la carretera en plan kamikaze sin que tú, oh pobre pre-conductor novel, pudieras evitarlo.

O...en última instancia ha podido ser la crispación política. Aprovecha el tirón, que no se habla de otra cosa. Bueno, qué carajo. Puedes echarle las culpas a las tetas de la Pataky, que tiene más sentido. Seguro que el examinador cabrón también pensaba en eso.
El caso es que hay que echarle la culpa a alguien. Cuando tú conduces, el mundo se hostiliza. Ya no somos tranquilos y pacíficos ciudadanos que deambulan por el mundo con una simpática musiquilla de fondo y sin saber qué carajo es embragar o desembragar (muchos de los que conducen tampoco lo saben en otros muchos sentidos, pero ese es otro tema). El caso es que nuestro mundo de florecillas y mariposas se transforma en un universo pedregoso y maléfico, donde el resto de conductores y peatones se empeñan en hacernos la vida imposible y claman al cielo venganza. Y así vamos, acojonados, tartamudeando, pidiendo permiso con las pupilas dilatadas y la cara pegada al cristal, a punto de echarnos a llorar de un momento a otro para que nos dejen pasar en un ceda, suplicándole a los peatones porque no se suiciden y rogándole a a la puta palanca que meta la primera cuando yo se lo ordene.

Ocurre que la primera vez que el conductor novel coge solo el coche le molesta todo: la radio (que la apaga), la ventana (que entra mucho aire/ruido...y además siempre alguien se empeña en abrir), y mira angustiado el asiento de al lado porque ya no está el profesor. Te das cuenta de que no venía de serie con el coche e intentas asimilar el cambio mirando una y otra vez antes de arrancar. Porque lo mismo si lo imaginas y lo deseas con mucha fuerza mientras metes primera, aparece guiñándote un ojo. Porque el profesor es el comodín, tu sabes que aunque lo hagas mal, él lo va a arreglar. Es como MacGuiver, como Superman... como Chuck Norris. Lo puede todo. Detener el espacio, el tiempo y evitar los choques frontales. Conducir así es como ir al 50x15 sin comodines y con el Sobera al lado con la ventanilla abierta. Eres como el puto Marco, te han abandonado para siempre y ahora tienes que enfrentarte al mundo tú solito.

¿Y qué haces?. Pues lo primero que se te pasa por la cabeza es ir a un descampado desértico, donde ahogar tu soledad haciendole eses a los arbolitos... pero no...¡¡tu madre se empeña en que la lleves a Vialia con un cd de los panchos!!. Y después de un trayecto que te pareció el mismo infierno donde diversos conductores te han agitado el puño por la ventanilla (mítico), y a duras penas has introducido el coche (y has sacado también a duras penas) en el parking de Vialia, regresas a casa donde te acuestas como si te hubieran dado una paliza, con la moral minada y las rodillas temblando.
Pero la fase de acojonamiento dura lo que dura la L en el coche. Y diréis: un año. Pues no, unos cinco días de media. A ver quién tiene cojones de pegar la L sin que se le caiga un año entero, vamos, que le doy un premio. Yo creo que bocasecaman se quedó así de echarle salivilla a los chupópteros de la L en un acto insistente de ser buen conductor y llevar la L pegada. Ay la inocencia... qué de disgustos nos da.
El caso es que pasados esos cinco días, cuando tu lucha contra la L te ha agotado hasta la extenuación, tu madre te ha obligado a ir de compras siete veces con la ventanilla abierta y tu cabreo con el mundo es general, constante y continuado, decides transformarte en: ¡¡EL CONDUCTOR TEMERARIO!!. El conductor temerario, como opositor a su génesis, no hace nada de lo que hacía su anterior yo. Ni mira por el espejo, ni revisa los retrovisores a ver si están reglados, ni ajusta el sillón, ni pone los intermitentes y, lo más importante, saca el brazo por la ventanilla, ¡aunque nieve!. El conductor temerario elimina de su lista de conocimientos el punto muerto y descubre la quinta marcha, que prácticamente es inutilizada por su anterior yo, y su mayor reto es aparcar con una mano en círculos y tirar fuerte de la palanca de cambio (antes lo hacía en tres movimientos, ahora pasa a ser un rápido y decidido: "raasss!", a veces acompañado de un rapidísimo "click" para soltar el cinturón, de modo que en centésimas de segundo, el conductor temerario ha conseguido lo que en diez minutos hacía el conductor novel).

Pero lo que verdaderamente distingue al conductor temerario del conductor novel es su modo de enfrentarse al mundo. Los conductores ya no son conductores. Está el gilipollas de detrás, el tontolaba de al lado y el inútil de delante. Y ahora eres tú el que se vengará de ellos, insultándolos a la vez, por turnos y adelantando y mirando con cara de superioridad y/o mala leche si consideras que son un estorbo social. Y por supuesto, te servirás de tu mejor arma para avergonzarlos y humillarlos: El pito. Que se llama así porque es el símbolo de masculinidad y virilidad en las carreteras. Si dos machos tuvieran que demostrar que son más válidos para una hembra en celo en un documental para la National Geographic lo harían en un duelo hasta el amanecer pegando acelerones y con el pito de su automóvil.

Vamos, que me diréis que es mentira. El coche es ya una prolongación tuya. Se convierte en un símbolo propio que redecoras a tu gusto, con tu música a toda pastilla (lo primero que haces es trasladar todos tus cedés al coche) y tus señas de identidad. Sobre todo eso, seña de identidad, de tantos mocos que te sacas con toda la tranquilidad del mundo en los semáforos y/o atascos (sí... mirad a cualquiera y comprobadlo...). Y es que es tu refugio, el caparazón que te protege del mundo exterior, una armadura con la que eres invencible y te puedes enfrentar a cualquier peligro. Te hace más fuerte, pero creas un vínculo emocional demasiado fuerte: le pones nombre, le cuentas chistes mientras lo acicalas con la manguera (léase y tómese en sentido literal), lo tuneas a tu manera. Tunear es hacerlo tú, basicamente.

Pero esta dependencia emocional tiene un lado oscuro, y es que tu coche te puede hacer daño en lo más hondo de tu ser. Primero, porque sufres al aparcar y al sacar el coche (¿Por qué siempre decimos "ffffsssshhh" cuando pasa casi rozando la columna del garage o al pasar entre dos coches muy muy justos?) y segundo, porque el conductor descubre el gatillazo. El coche se te cala, y ya el mundo se hace trizas, porque el tontolaba de al lado y el gilipollas de detrás se ríen, el que se saca los mocos te señala con el índice y el moco, y tú no puedes hacer nada, sólo arrancar lo más rápido posible, intentando arreglar el enredo. Pero ya es tarde, el daño ya está hecho. Porque te cala y es como si te hubiera hecho una putada tu amigo de toda la vida, te hiere el orgullo de conductor temerario... ¡¡porque a un conductor temerario NUNCA se le cala!!. Joder... que vas a tu boda y si se te cala por el camino... ya no te casas. Y ya puede haber ganado tu equipo preferido y ser tu novia la Elsa Pataky. Que a Carlos Sainz no se le rompió el motor joder... ¡¡que se le caló!! ¡¡SE LE CALÓ!!. A ver que te crees tú, que el "trata de arrancarlo" no era por problemas técnicos... es que no podía meter la marcha, ¡joder!.. Que yo lo pienso y se me saltan las lágrimas porque es como el gatillazo de una nación entera al unísono.

En fin, no tengáis miedo de los conductores temerarios, que al fin y al cabo, somos todos, como Hacienda. Tenéis que tener miedo de los cojoneros que se están sacando el carné. Esos sí que dan por culo, se han roto muchas parejas así, y muchas amistades. Esos son los verdaderamente peligrosos. Porque tú te estás sacando el carné y ya te pones en plan sabiondo en los coches que te montas:

- ¿Has puesto las luces?. ¿Por qué no pones punto muerto en el semáforo?. Cuidado con el peatón.
- (suspiro exagerado)
- ¿Por qué no te pegas al carril de la izquierda?. Adelanta a ese. Estás agotando la marcha. Mete cuarta. ¿Por qué no metes cuarta? ¿eh? ¿eh?
- Un ostión te voy a meter como no te calles, Manolo, ¡que me tienes frita!.

Y se vuelven peatones civilizados, que usan los paso de cebra aunque tengan que esperar horas hasta que el semáforo se ponga verde. Y ya pueden ser las cinco y media de la mañana y no pasar un puto coche por la Alameda. Que no cruzan porque son buenos conductores, inmejorables peatones y bellísimas personas (recordemos que son el antónimo al conductor temerario, aún no han sido pervertidos por las normas de circulación y la ley de la jungla urbana).

En fin, que con este bello y hermoso ejemplo que todos hemos vivido alguna vez con nuestros padres, amigos y compañeros más cercanos, queda claro que el coche es un punto clave a la hora de buscarle respuestas al conflicto social.
Tanto que yo creo que todo lo que hay ahora liado en España, tanta crispación y tanta gaita, es porque a Polanco le ha rallao el coche a Rajoy en algún mitin.
O porque a Rajoy se le caló y Polanco era el tontolaba de al lado que se rió.


Preguntas sin respuesta. Pero en el mundo de la circunvalación hay otra cuestión aún más peliaguda. El hecho de que la gente te observe continuamente. Tú miras al de al lado... que está a cinco metros de tí, o seis...¡y te mira!. Como acojona eso. Ya puedes mirar de reojo, que el tío te mira. Que ya puede ser tuerto, que también te mira. Pero te da igual, porque estás en tu refugio. En tu coche blindado que nadie puede traspasar y te sientes a salvo del mundo, aunque sin poder evitar mirar el asiento de al lado y sentir nostalgia por ese profesor que nunca, nunca, nuuunca volverá.

(A no ser que le pagues 40 euros la hora, que es bastante probable que vuelva)

Así que nada, Miguelito.
Suerte en el próximo examen.
Ve tranquilo.
Conduce despacio.
No mires a nadie en los semáforos.


Y por lo que más quieras...
Que no se te cale, por Dios... ¡¡que no se te cale!!.

martes, 20 de marzo de 2007

Partituras

Ya es oficial.
Mi doctorado de música supera cada vez más los límites de lo absurdo.
Después de que una señora se empeñase en vengarse de los periodistas mal informados en mi persona mirándome con cara de odio y escupiéndome en la cara por no saber las últimas investigaciones de Farinelli, se dignó a enseñarnos una cosa superinteresante: la música en las catedrales españolas en el s.XVIII.
Sí, os doy permiso para bostezar, vosotros que podéis.
Básicamente, leemos textos (en inglés para más inri) de lo tontos que somos los españoles y de lo listos que son los italianos, alemanes y franceses. Que digo yo, que ya podíamos estudiar a Bisbal, que más trascendencia social, para bien o para mal, ha tenido el chaval. Hombre, ha inventado la patada giratoria. Ah no, que eso fue Chuck Norris. Pero bueno, que él la ha dotado de universalidad. Yo clasificaría a Bisbal en el grupo de cantantes cuya performance debe realizarse con el puño cerrado, rodillas en tensión y gritando como si te dolieran las tripas a reventar. También se incluiría aquí a David de María, por ejemplo. Es una nueva generación que antes no existía.
Pero bueno, si nos adentramos en el oscuro mundo de las performances musicales y las coreografías discotequeras, la cosa se pone más que interesante. Sobre todo si admiramos cualquier baile a ritmo de reaggeton. Sí, considero este estilo musical como una nueva forma de apareamiento vertical, he llegado a ver a dos bailando y tocándole las tetas por debajo de la camiseta.
¿Oye y qué le pasa a Alejandro Sanz, que le ha dado por cantar saetas?. Bueno, cantar es un decir, él más bien habla con tambores de fondo, como el pregón (y una vida) maravilloso que dio la Sara Montiel. Desde luego, que cada vez que lo oigo me lo imagino cantandole al Cristo de los Gitanos: "Ay a la primera persona que me ayude a caminar, ay niño, regalame la silla que tiene arte yo paso por tu puerta casi tos los días...". Si es que con el disco deberían regalar una trompeta y un canastillo de incienso.
Pero bueno, no divago más sobre la música popular contemporánea. Solo quería comentar mis frustaciones del día de hoy, entre las que se incluyen la transmutación por obra del espíritu santo de un poema en una partitura musical. Según un profesor que habla como el Marlo de La Hora Chanante (y que por ese motivo no soy capaz de prestarle atención), las palabras son como la música, y las vocales se miden en ciclos por segundo, según la consonante que los acompañe tienen mayor duración, vibración o frecuencia, y los versos tienen un ritmo, percusión y un compás determinado.
Que sí, que te has quedado a gusto ¿eh?.
Pues nada, a fumar se ha dicho. Que cuando ha dicho que si teníamos dudas yo le iba a preguntar que si las drogas pa hacer los deberes nos las financian ellos o nos las tenemos que pagar nosotros a tocateja.
Y me he acordado de otro profesor loco que tuve, que nos explicó la diferencia entre imagen móvil e imagen fija con un proyector y moviendo una mano. Después de eso, ya uno de verdad que se plantea su vida. Más que su vida, su ubicación espacio temporal, porque piensa: "A ver, yo terminé la ESO, luego el Bachillerato...y ¿estoy en la Universidad ya no?". Y una vez que te has reubicado piensas: "Soy gilipollas". Y sales de clase corriendo hasta la cafetería pa ahogar las penas en alcohol.
He vuelto a sentir esa sensación mientras el profesor insistía en encontrar la musicalidad de la palabra 'jabalí' y otro se empeñaba en explicarme que las voces del pasillo eran un ruido intruso en el paisaje sonoro de la clase que conformaba una isla de paz. Pero ha sido peor. Porque me he reubicado espaciotemporalmente y he pensado: "Mierda, estoy en un posgrado. Ergo, sigo siendo gilipollas".
Dicen que el periodismo es la carrera con un mayor índice de muertes por infarto (además de fracaso matrimonial).
Mira, pues yo prefiero eso a morir por suicidio, porque al paso que voy...
me veo buscando la musicalidad de los titulares a la hora de redactar una noticia y diciendo:
- "Shhh, el mineralismo va llegaarrrr" con los ojos perdidos en el techo, mientras escucho una obra de Liszt pensando en lo bonito que es el corno inglés.

Así que nada, intrusitos míos.
Aquí os dejo esta partitura.

Buenas noches desde mi isla de paz.

jueves, 1 de marzo de 2007

Sobre doctores y acentos

Esta ahi, no le prestas atencion. Pero esta cuando se le necesita. Que poco valorado esta. Algunos (los mas ductos y veloces mentales) habreis comprobado que las frases que estoy escribiendo carecen de algo... Si. De acentos. Parece que mi ordenador ha decidido ponerse en huelga tambien para tocarme las narices un rato, y antes de que pase el invierno del todo, coger un par de virus, pero seguidos, ya que yo gracias a la ingesta sobrenatural de mandarinas he conseguido derribar las gripes mortales con un chute hiperazucarado de Vitamina C diario.

Ahora mi portatil del pleistoceno, despues de instalarle mil torrents de esos y enzarparme con un modem 3g que baja las cosas a 4 megas (a ver si te enteras) pues ha muerto. Lo que vulgarmente se conoce en el mundillo con el sobrenombre de petar. Yo creo que mi muñequito del msn esta verde, pero de malito, de chunguete que esta, que solo le falta tener un pañuelico pa los mocos. Me da una pena... Yo creo que mi ordenador tiene que ser canadiense, de lo lento que va. Que he reiniciado y me he puesto a ordenar el cuarto por puro aburrimiento. Si, no exagero.

¿Y por que reiniciaremos siempre? Aunque el ordenador se acabe de encender... tu reinicias, ahi, insistiendo. Otra vez y luego otra. Lo mismo una vez que reinicie activa los acentos por despiste, o por cansancio, vete tu a saber. Pero el virus no es tonto, a ver que te crees. Que cada vez los hacen mejores y ya llevan un chip antirreinicio de esos que evitan tu magica estrategia. Esta tan curtido el virus del nuevo siglo que hace que vaya todo suuuperlento y que las pantallas salgan despues de una cortinilla lateral pre fundido a negro de siete minutos. Despues de perder una tarde entera y de casi volverme loca como el niño ese del youtube que se le salen las pupilas de las orbitas y se le hincha la vena de la yugular hasta limites insospechados, decidi no desintegrar mi cabeza a base de cabezazos contra la pantalla.



Porque acuerdas de otra cosa. Te acuerdas, primero de lo bonitos que eran los acentos... como la sal de la vida. Joder, la vida ya no es lo mismo sin los acentos... ¿como no he podido darme cuenta? ¿como no los he sabido valorar mientras los tenia? ¿por que no les dije lo absolutamente maravillosos que eran antes de que se fueran para siempre?. Y piensas... bueno, pueden volver. Hay alguien que pueden hacer que vuelvan... ¡mi amigo *****! (aqui se pone el nombre de tu amigo/a informatico o telequito-y me van a odiar muchos por ponerlos en este saco- al que llamas solo para que te mire el ordenador). Total, que llamas a Pedrito, que se coloca las gafas, mira el ordenador, te instala (para variar) mil programitas antivirus y cosas raras, se tira al suelo buscando un cable, toca dos teclas y te dice: "Si es que no tenias activado el TC/CPU782.... anda que". Claro, joder, si todo el mundo sabe lo que es un TC/CPU de esos....

Pedrito es un crack. Cuando los acentos dominen el mundo, Pedrito estara preparado y tu no. Tu estaras ahi sin saber que es el puto CPU raruno ese. Y tendras que llamar a Pedrito, pero como estara forrado no te hara caso. Y le contaras a tus nietos las maravillosas aventuras que vivias con Pedrito. Sera el tipico: "Si, yo conoci a Pedrito, una vez me arreglo el ordenador". Y tus nietos miraran el ordenador y diran: "Ohhhh! ¿Puedo tocarlo abuelita, puedo tocarlo?".

Y piensas, por enesima vez en el ultimo mes: "¿Por que no habre estudiado yo una carrera de esas que se estudian cosas de verdad?". El otro dia en la playa (si el calentamiento global ha provocado unos maravillosos dias de playa esta semana en pleno mes de febrero, morios de la envidia jeje), estaba yo con un monton de gente que estudiaba carreras de verdad. Y me dice mi amiga: "Diles tu lo que haces". Y yo: "Jhumm... bueno, yo soy periodista"; "pero mujer, diles que mas haces..."; "Ejemm... bueno, soy critica musical...."; "No, lo de la tesis..."; "Pues... eso que voy a hacer una tesis sobre la musica en las pelis basadas en comics de Marvel". Y me dio una verguenza (tampoco puedo poner dieresis)... porque un amigo nuestro no pudo venir a la playa porque estaba haciendo una tesis de criminologia, de algo serio. Y yo alli, como lo mio era de comics...te miran raro... ¡¡Porque las cosas frikis no se estudian!!. Y ya se sabe que no vale para nada, pues como perdida de tiempo no esta mal. Pero joder, que no vale para nada y lo estudies... y se quedan un rato mirando como esperando que les digas lo que estudias de verdad, pero como ven que no les dices nada mas, dicen: "Ah! que guay!". Y tu piensas: "Bueno si, no se que coño es un CPU, pero se que el ultimo numero de la Civil War es una puta mierda". En fin, yo soy asi, ya que le vamos a hacer. No voy a tirar la manta de spiderman a estas alturas...

Pero volviendo al tema, ¿por que se supone que cuando uno es doctor, o se va a doctorar, debe estudiar cosas serias?. Si uno coge y dice: "Si, yo he estudiado la mutacion genetica de los olivos en base al polen de tres generaciones olaceas.Llevo años preparando mi tesis..." Joder, es que si yo le digo de que va la mia, una de dos, o se me rie en la cara o me mira con cara de asco y acto seguido se descojona. O me escupe, me mira con cara de asco, se descojona y luego se va para siempre.... como los acentos.


En fin, que a Pedrito yo creo que le gusta mi tesis. Por lo menos yo le dejo mis comics de Spiderman y se los lee.

Yo le he dejado lo mas valioso que tengo: el material de una tesis...

Que menos.El me ha devuelto lo mas importante del mundo:

LOS ACENTOS.