lunes, 29 de enero de 2007

Palabras, palabras...


Estoy yendo a un curso de crítica cinematográfica. Cada vez que voy a algún curso o cursillo de nivel académico considerable, de universitario parriba, me entra el canguelo. No me pasaba antes, pero cada vez me pasa con más frecuencia, porque no es normal. Yo como si fuera a un curso de chino, no me entero de la misa la mitad.




Bueno, para empezar no entiendo el momento en que uno deja de ser persona y se convierte en crítico. Es decir, cuándo tu opinión vale más que lo que diga el que está en frente tuya. Y por qué. Quién determina eso. Quiero decir... ¿hay un selector de críticos que dice tu sí y tu no? ¿un polígrafo de críticos? ¿o será algo así como un casting de OT?. No me imagino al Boyero ese ni al Molina Foix con un numerito en la espalda pasando nervios en la cola del Palacio de Ferias. En fin, no me lo quiero plantear, pero la verdad es que ese tema me intriga. Casi tanto como las bolsas de basura de la Zaldívar...

Pero bueno, volviendo al tema. Me he dado cuenta de que para ser crítico tienes que saber usar muy bien las palabras. Sobre todo si son largas. Contra más largas sean, no es que sepas más, pero sí que impresionas y, lo mejor, despistas al lector. Y a lector despistado y texto insulso que no dice nada, ¿qué tenemos?, joder una obra maestra. Porque tú has quedado de puta madre con un montón de chorradas que no se entienden ni hartos de vino, y al lector le va a dar tanta vergüenza admitir que no lo ha entendido que preferirá decir: "Hmmm...interesante" y poner la misma cara que el día anterior con las paletas que contaba del museo contemporáneo.

Hay palabras que se ponen de moda. Hoy he escuchado en contextos completamente distintos la palabra 'naive'. Yo sinceramente no sé que quiere decir. Algo así como infantil tengo entendido. Pero una de dos, o la usan en frases que no entran ni con calzador, o es que las palabras digievolucionan dentro de la frase y se transforman adaptandose al contenido que el lector espera o algo así. Yo qué sé. El caso es que cuando alguien emplea palabras como esta todos los de alrededor asienten porque están impresionados (o acojonados) y están de acuerdo, porque siempre es mejor estar de acuerdo con algo de lo que no tienes ni puta idea, que decir que no. Pero siempre se puede dar el caso de que te digan en términos tan complejos que ni te cosques que eres un auténtico desgraciado y que van a matar a toda tu familia para que no sufra por tu desgracia, y tú estés ahí asintiendo completamente de acuerdo como si la cosa no fuera contigo. En estos casos es fácil, porque empezarán a mirarte raro como diciendo: "pobrecito es que es gilipollas". Aquí hay que ser rápido, en cuanto se observe esto hay que actuar diciendo: "uy, perdona, quería decir que no. Estaba pensando en tetas". Siempre es mejor parecer mongolo por despiste que serlo de verdad.

Usar palabras. Palabras que confundan. Que acojonen. Hoy por ejemplo había una chica que ha dicho: "Sí, pero el no se muestra tan entusiasta". Joder, entusiasta. Si es que yo en mi puta vida he usado esa palabra. Y mientras ella seguía hablando yo divagaba sobre esto. Es que está clarísimo. A más nivel de desconocimiento de la palabra, más desuso, más acojone produce. Todo es proporcional. ¡Ya me había despistado la jodía!, ¡una crítica de cojones!. Pues nada, ahí estaba ella, gesticulando sobre el tema y ha saltado uno y ha hablado sobre una película que ni conocía, pero que todo el mundo sabía de qué estaba hablando. Y yo allí, con cara de gilipollas y mi carpeta de los X-men. Es como cuando cuentan un chiste y todo el mundo se descojona y tú no lo has cogido, pero te ríes para no parecer gilipollas.


Pero bueno, siempre hay algún pringaillo entre tanto snob cultural que te hace sentir mejor contigo mismo. O por lo menos no tan inútil para la sociedad. Es triste, pero siempre es mejor que cortarte las venas cuando llegues a casa. Nuestra cabeza de turco se dedica a hacer comentarios que él considera ingeniosos pero que realmente no tienen ni puñetera gracia. Y además, se dedica a asentir a todo lo que diga el profesor. Pero no un asentimiento normal de arriba a abajo, sino que es como hacia adelante y hacia atrás pero con muelle integrado. Como los perros de los coches. O el Neng en su defecto. Lo hemos apodado cariñosamente el chico de la oposición, por este rasgo tan peculiar.

Yo no sé si aprenderé mucho. La verdad es que la crítica creo que no es lo mío. Pero por lo menos sé los pasos a seguir: Tienes que estar encantado de conocerte, porque te mola tocarte y te molas a tí mismo y nadie mola más que tú. Eso lo primero. Además es imprescindible creo yo, ir sobrado de todo para opinar mejor que nadie. Eso se tiene que notar, primero inventando palabras y segundo, recuperando otras que el español ha olvidado para impactar, y ya, si la usas en una frase que no tiene nada que ver, eres el amo de la RAE. Por ejemplo: "Por favor, Raúl, ¿me abres este bote de pepinillos? Es que hoy estoy tan 'naive'". A lo que Raúl respondería para no parecer completamente estúpido: "Claro que sí querida, es el 'leit-motiv' de cada día" (con una risa sarcástica opcional al más puro estilo "voy sobrado y lo sé").

En fin...no sé mucho de crítica aún, ya me gustaría algún día tener el don de la elocuencia. Creo que eso se lleva en los genes y los míos tuvieron que retromutar o algo así, porque yo de la época de los balbuceos no he pasado.

Pero hagamos un intento, a ver si ha servido de algo mi primera clase.


A ver. A mí parecer, la gala de los Goya fue....

no sé...


ejem....




... fue tan 'naive...'

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