miércoles, 31 de enero de 2007

El lado oscuro de la dieta


Hay gente que nació con un pan debajo del brazo. El mio yo creo que me lo comí antes de nacer, y, como castigo, vivo a dieta. Eso si que es un castigo divino y eterno, no el de Adán y Eva, que por cierto, no se lo cree nadie. Porque yo me imagino a Dios ahí en plena rueda de prensa en el Paraíso diciendo: "Bueno, todos estos terrenos están a vuestra plena disposición para usarlos como queráis. Podéis procrear en el suelo, lamer las farolas de chocolate, bañaros en el río de leche y miel, coger todo lo que queráis del Corte Inglés que tenéis ahí enfrente y edificar todo lo que queráis para especular peeeeero... el arbolito chiquitín aquel con manzanas que hay allí. Ese no me lo toquéis". Si es que yo no sé como no levantó la mano Adán y dijo: "Amo a ver Dios, ¿tu te crees que yo soy gilipollas?". Bueno, no levantó la mano porque Eva fue directa a las manzanas y no le dio tiempo. Ahí no había serpiente ni gaitas, ahí lo que había es un dietista loco que le dijo que tenía que comer cada dos horas tres kiwis, dos mandarinas y una manzana. Y joder, la pobre Eva que iba a hacer, si se había tirado todas las navidades lamiendo farolas de chocolate ( origen etimológico del término "abrazafarolas") y no le cabía la hoja de parra.



Toda nuestra desgracia como puteada humanidad que no supo vencer a las tentaciones se basa en una tía que estaba gorda. Fijo. Porque si no yo no me lo explico: "¡Hala! ¡expulsados del Paraíso! ¡por gordos!". Así nos van las cosas, que se ha creado un estereotipo en la sociedad de que somos unos apestados ¿qué no?. Anda, que seguro que en tu pandilla del cole estaba el típico amigo gordo o gorda (al que llamabas 'el gordo' valga la redundancia), del que se mofaban todos. En el fondo se le quería, pero si alguien se metía contigo porque habías dicho una chorrada, tu de momento usabas el cabeza de turco y decías: "Sí, pero mira el gordo, que es más tonto". Y entonces todo el mundo se reía del gordo y se olvidaba de lo que se estaba riendo antes. Hombre, yo lo sé porque lo he sido. Y también me reía si se reían de mí, porque aunque era triste, pensaba que así hacía abdominales y podía comer más. Sí, es que yo era gorda, pero a conciencia. Vamos, que me lo proponía. Ya de pequeña corre la leyenda urbana de que me escapaba de la cuna para robarle los chorizos a mi abuela. Mis tíos dicen que es verdad, pero no me termino yo de ver a lo Indiana Jones por los pasillos de la casa de mi abuela pa coger un mísero chorizo. Seguro que hubiera cogio una barra de pan también. Cuando hacían este tipo de comentarios mi abuela siempre lograba reconfortarme con frases del tipo de: "Tu tranquila, que en el mundo siempre ha habido gordos y flacos" y "tú no te sulfures que mientras la tela se venda por metros...". La verdad es que creo que son de las mejores frases de la historia. Por lo menos de las que más cargo de conciencia te quitan de encima para poder seguir comiendo.



Pero mí del tema de los gordos, es que me llama mucho la atención. Su socialización, por ejemplo. Para que un gordo sea integrado en el grupo (nunca del todo, siempre será "el gordo", no una persona más, es cruel pero real), es necesario que sea gracioso. Si el gordo no hace gracia es inmediatamente expulsado y calificado como "gordo de mierda" que será objetivo de numerosos insultos, críticas y balonazos en el patio del recreo. Y esto lo podemos ver perfectamente en cualquier partido del Real Madrid. Bueno, ya no, porque han echado a Ronaldo, después de tanto putearlo al pobre. Que ni puta gracia le ha hecho, a pesar de estar gordo.



Yo digievolucioné a gorda graciosa. La verdad es que ser la gorda graciosa durante la época escolar y parte de la secundaria (con mis maravillosas imitaciones de todos los programas de El Informal) te da cierta reputación y relevancia pública, lo cual, siendo gordo, es muy meritorio. Te saludan, te quieren y te sientes como una estrella de celuloide paseando por Broadway. Pero los tíos no te hacen ni puto caso y pasas a ser la gorda graciosa que se hace amiga de los tíos y/o escucha a las amigas buenorras pavas que leen la Vale y la Superpop. Que te haces un puto topo, vamos.



Es interesante como criarte entre dos bandos te hace ver las cosas de otra manera. Tengo mucho que agradecerle a mi sobrepeso porque sino no hubiera desarrollado estas increíbles teorías que tantos comentarios despiertan a diario en este famoso Blog por el que me nombrarán en breve la primera presidenta de los Estados Unidos. Pero sí, realmente ves las cosas de otra manera. Yo creo que los gordos maduran antes. También es normal, la fruta que más pesa es la que se va a caer antes del árbol...



Podríamos seguir hablando y hablando sobre esto, pero creo que eso es mejor desarrollarlo en próximos capítulos para no espesar demasiado el ambiente.



Centrémonos en la condena. La niña está gorda, la niña a dieta. Pues nada, hice una, oootra, oootra, oootra... la de la alcachofa, la de la Rociíto, la de la sopa asquerosa. Madre mía tantas que ni me acuerdo. Pero ahora estoy haciendo la más divertida.



Voy a un dietista que está loco y me toca el culo. Tu vas, te sientas, te toca el culo y te dice: "Hmmm no tienes celulitis". Digo, bueno, pos mira que bien. Pero para decir eso no creo que tengas que sobarme el culo en movimiento circulares. "Muy bien, ahora vamos a medirte", acto seguido coge un metro y te mide: pecho, cintura y cadera. Tú miras como diciendo, a ver si voy a tener que venir aquí todas las semanas a darte 35 euros porque me toques el culo y las tetas, porque pa eso me voy al centro y me sale gratis. Entonces él, en un acto de inteligencia súbito, mientras te mide la cintura dice: "¡Vaya! ¡qué alto tienes el ombligo!". Y dices: "Yasta. Este tío es tonto. ¿ Y no será que tengo los pantalones bajos...?".



En fin, luego una máquina sacada de 'Encuentros en la tercera fase' que inquietantemente se hace llamar 'tanita', saca un recibo como el de la luz y te dice la grasa que tienes y la materia corporal y todo eso. Un recibo que él finge mirar superinteresado mientras está pensando en la sorprendente colocación de mi ombligo a alturas insospechadas. Y te dice lo de todas las semanas: bueno, esta semana hemos bajado un poquito. Sigue comiendo lo mismo. No pruebes ni el pan, ni las patatas, ni el arroz, ni las legumbres, ni la pasta, ni la pizza. Y nada de alcohol.

"¿Follar puedo seguir follando no? que es lo único que le falta por prohibirme, calvo asqueroso. Pero que no se preocupe usted, porque ya no me acuerdo ni de la forma de nada de esas cosas que suenan a comida después de tres meses".

Las chicken fries esas que anuncian que dicen que es el pollo que se cree una patata frita, por ejemplo. Menos mal que no hicieron el estudio de mercado conmigo, porque yo creo que ya no distingo un sabor de otro. Le hubiera dicho: "muy bueno esto....que sabe a.... ¿Lechuga no es no?". Yo es que hay partes de las papilas gustativas que creo que ya están en desuso, vamos, inutilizadas por los restos más bien. La parte dulce ya no existe. A mí me sabe todo o semisalado o a nada. Es decir, a ensalada o a acompañamiento de ensalada. Incluso creo que hay casos de gente que se ha vuelto daltónica con las dietas. Para ellos existe el verde, y luego todo lo demás.


Sinceramente, yo es que me emociono con estos temas. Bueno, me emociono, lloro a lágrima viva. Yo en el final de 'El señor de los anillos' no lloraba con eso de la exaltación de la amistad y la llegada al final, al monte del destino. No. A mí cuando Sam le empieza a hablar de la Comarca y lo bonita que era y le nombra las fresas se me viene el mundo encima. "No Sam, no recuerdo el sabor de las fresas, no recuerdo el sabor de nada". Claro, álma de cántaro, qué vas a recordar, si llevas lo más grande andando por la tierra esa de Mordor con medio sandwichillo de pan élfico. Y Sam ahí aguantándose las lágrimas porque quería morir de un empacho, no engullido por el monte del destino.
Es que esta peli es la que mejor simboliza el calvario de estar a dieta. Bueno, y el mundo de los gordos. Gollum sería como el calvo loco de mi dietista, que se tira toda la película metiendose con el hobbit ceboso, es más, le acusa de comerse la comida de su amigo. Todo por los 35 € que vale el anillo (es que entonces estaban devaluadillos por la Tierra Media), que ya es mala leche. Y venga putear al gordo, que el otro se coge un trauma y va ahí medio muriéndose, anoréxico perdido, que no puede ni con el anillo ni nada. Menos mal que está el gordo pa llevarle a cuestas, que sino... Pero contraataca el puñetero dietista, que se empeña en que los gordos no deberían existir y quiere sus 35 euros de la consulta pa gastárselos en las rebajas. Y para más inri le pega un bocao en el dedo al anoréxico. Que a esto le encuentro explicación, porque el calvo loco, todo el día con la dieta del pescado, normal, pilla un cacho de carne y se vuelve loco.

"Mira la que has liado, Eva. Todo por culpa de que no te entraba la puñetera hoja de parra", le dijo Adán después de ver la trilogía.

Ahora Frodo ha vuelto a su estado natural. Normal, se ha relajado allí en la tierra eterna esa de los elfos de cuyo nombre mi alma friki no quiere acordarse. Y parece que nadie se acuerda ya de nada: "¿Eh? ¿es que no te acuerdas cuando salvé el mundo de la destrucción y la oscuridad?". Dicen: "calla gordo".
Pero es feliz, porque la pechá de fresas con nata que te estará metiendo entre pecho y espalda, no tiene precio.

Dí que sí,Frodo. Que que ahora con lo de la homologación de las tallas y lo del control en la pasarela cibeles, el problema está resuelto y hay tapavergüenzas al gusto del consumidor. De todas las tallas y colores.

Aunque a nosotros, a los gordos, siempre nos gustará más el verde. Qué remedio.

lunes, 29 de enero de 2007

Palabras, palabras...


Estoy yendo a un curso de crítica cinematográfica. Cada vez que voy a algún curso o cursillo de nivel académico considerable, de universitario parriba, me entra el canguelo. No me pasaba antes, pero cada vez me pasa con más frecuencia, porque no es normal. Yo como si fuera a un curso de chino, no me entero de la misa la mitad.




Bueno, para empezar no entiendo el momento en que uno deja de ser persona y se convierte en crítico. Es decir, cuándo tu opinión vale más que lo que diga el que está en frente tuya. Y por qué. Quién determina eso. Quiero decir... ¿hay un selector de críticos que dice tu sí y tu no? ¿un polígrafo de críticos? ¿o será algo así como un casting de OT?. No me imagino al Boyero ese ni al Molina Foix con un numerito en la espalda pasando nervios en la cola del Palacio de Ferias. En fin, no me lo quiero plantear, pero la verdad es que ese tema me intriga. Casi tanto como las bolsas de basura de la Zaldívar...

Pero bueno, volviendo al tema. Me he dado cuenta de que para ser crítico tienes que saber usar muy bien las palabras. Sobre todo si son largas. Contra más largas sean, no es que sepas más, pero sí que impresionas y, lo mejor, despistas al lector. Y a lector despistado y texto insulso que no dice nada, ¿qué tenemos?, joder una obra maestra. Porque tú has quedado de puta madre con un montón de chorradas que no se entienden ni hartos de vino, y al lector le va a dar tanta vergüenza admitir que no lo ha entendido que preferirá decir: "Hmmm...interesante" y poner la misma cara que el día anterior con las paletas que contaba del museo contemporáneo.

Hay palabras que se ponen de moda. Hoy he escuchado en contextos completamente distintos la palabra 'naive'. Yo sinceramente no sé que quiere decir. Algo así como infantil tengo entendido. Pero una de dos, o la usan en frases que no entran ni con calzador, o es que las palabras digievolucionan dentro de la frase y se transforman adaptandose al contenido que el lector espera o algo así. Yo qué sé. El caso es que cuando alguien emplea palabras como esta todos los de alrededor asienten porque están impresionados (o acojonados) y están de acuerdo, porque siempre es mejor estar de acuerdo con algo de lo que no tienes ni puta idea, que decir que no. Pero siempre se puede dar el caso de que te digan en términos tan complejos que ni te cosques que eres un auténtico desgraciado y que van a matar a toda tu familia para que no sufra por tu desgracia, y tú estés ahí asintiendo completamente de acuerdo como si la cosa no fuera contigo. En estos casos es fácil, porque empezarán a mirarte raro como diciendo: "pobrecito es que es gilipollas". Aquí hay que ser rápido, en cuanto se observe esto hay que actuar diciendo: "uy, perdona, quería decir que no. Estaba pensando en tetas". Siempre es mejor parecer mongolo por despiste que serlo de verdad.

Usar palabras. Palabras que confundan. Que acojonen. Hoy por ejemplo había una chica que ha dicho: "Sí, pero el no se muestra tan entusiasta". Joder, entusiasta. Si es que yo en mi puta vida he usado esa palabra. Y mientras ella seguía hablando yo divagaba sobre esto. Es que está clarísimo. A más nivel de desconocimiento de la palabra, más desuso, más acojone produce. Todo es proporcional. ¡Ya me había despistado la jodía!, ¡una crítica de cojones!. Pues nada, ahí estaba ella, gesticulando sobre el tema y ha saltado uno y ha hablado sobre una película que ni conocía, pero que todo el mundo sabía de qué estaba hablando. Y yo allí, con cara de gilipollas y mi carpeta de los X-men. Es como cuando cuentan un chiste y todo el mundo se descojona y tú no lo has cogido, pero te ríes para no parecer gilipollas.


Pero bueno, siempre hay algún pringaillo entre tanto snob cultural que te hace sentir mejor contigo mismo. O por lo menos no tan inútil para la sociedad. Es triste, pero siempre es mejor que cortarte las venas cuando llegues a casa. Nuestra cabeza de turco se dedica a hacer comentarios que él considera ingeniosos pero que realmente no tienen ni puñetera gracia. Y además, se dedica a asentir a todo lo que diga el profesor. Pero no un asentimiento normal de arriba a abajo, sino que es como hacia adelante y hacia atrás pero con muelle integrado. Como los perros de los coches. O el Neng en su defecto. Lo hemos apodado cariñosamente el chico de la oposición, por este rasgo tan peculiar.

Yo no sé si aprenderé mucho. La verdad es que la crítica creo que no es lo mío. Pero por lo menos sé los pasos a seguir: Tienes que estar encantado de conocerte, porque te mola tocarte y te molas a tí mismo y nadie mola más que tú. Eso lo primero. Además es imprescindible creo yo, ir sobrado de todo para opinar mejor que nadie. Eso se tiene que notar, primero inventando palabras y segundo, recuperando otras que el español ha olvidado para impactar, y ya, si la usas en una frase que no tiene nada que ver, eres el amo de la RAE. Por ejemplo: "Por favor, Raúl, ¿me abres este bote de pepinillos? Es que hoy estoy tan 'naive'". A lo que Raúl respondería para no parecer completamente estúpido: "Claro que sí querida, es el 'leit-motiv' de cada día" (con una risa sarcástica opcional al más puro estilo "voy sobrado y lo sé").

En fin...no sé mucho de crítica aún, ya me gustaría algún día tener el don de la elocuencia. Creo que eso se lleva en los genes y los míos tuvieron que retromutar o algo así, porque yo de la época de los balbuceos no he pasado.

Pero hagamos un intento, a ver si ha servido de algo mi primera clase.


A ver. A mí parecer, la gala de los Goya fue....

no sé...


ejem....




... fue tan 'naive...'

viernes, 26 de enero de 2007

Modern Art

Hoy he ido a un museo. Sí, un sitio cerrado que entras y hay cuadros, esculturas y esas cosas. Pues eso, a un museo de arte contemporáneo. Que tu entras y hay cuadros, esculturas...y cosas raras, pero no puedes decir que son raras, porque son modernas, y sino te miran mal. Sí, porque son modernas y no las entiendes, porque es que eres un desfasado y no sabes ni de Arte, ni de moda, ni de la vida, ni donde tienes la cara, vamos. Pringao.

La verdad que la exposición era bonita. No sé si buena o mala, porque de arte contemporáneo no entiendo. Pero a mí me ha gustado. Es que esa es la frase para cuando uno no sabe qué decir sobre algo abstracto. A tí te pueden decir: "Oye, el chino ese que han abierto, ¿qué tal?" y tú dices: "Pues buenísimo todo. Pídete el wok con las ostras raras, que está de muerte". Son cosas raras (no sé si modernas, que ya me pierdo), pero tú opinas, te arriesgas ahí, aunque el chino sea una mierda no importa. Pero con el Arte Moderno.... tu no arriesgas:


- ¿Qué te ha parecido la exposición nueva?



Posibles respuestas:



- Ah...ta' bien....A mí ma gustao.

o

- Pssst...nostamal. Yo qué sé. Raro. Distinto. A mí no me ha hecho mucha gracia (esto sólo si somos arriesgados).

Y es que decimos 'raro' y 'distinto', porque no nos atrevemos a decir "Vaya puta mierda de exposición, colega. Cómprate dos entradas pa ir a ver Scary Movie". Porque no. Porque a todos nos gusta finjir que somos unos snobs culturales y vemos las pelis de David Lynch subtituladas en arameo. Y sobre todo, nos gusta aparentar que entendemos muchísimo de modernidad y cosas nuevas. Por eso decimos que, en nuestra humilde opinión, no está o sí está a la altura de las circunstancias lo que acabamos de ver.

Personalmente, he llegado a la conclusión de que no podría ser crítica de arte. Hoy habían dos obras raras, uy, perdón, modernas. Una era un montón de cristales rotos formando un OK y otra una fila de paletas de albañilería pegadas a la pared. Y no sé. Uno se queda ahí en frente con cara de gilipollas, (con la mano puesta en la barbilla pa hacerse el interesante) y es que no sabe que decir. Yo por lo menos es que no sabría decir si eso es mejor que el cubo de residuos de la obra que hay debajo de mi casa. Pero dices: "Uhmm..." Como diciendo: "Me lo compraría si tuviera dinero porque esto es lo más alternativo que he visto jamás. ¡Qué atrevimiento!,¿cómo no se le ha ocurrido a nadie antes coger dos espejos y tirarle piedras para romperlos?."

Y es que yo siempre que voy a un sitio de estos modernos pienso en el capítulo de Los Simpsons en el que Homer se hace artista de vanguardia y lleva un montón de tablas con un pájaro dentro y lo titula: "Intento para jaula de pájaros, 1". Es que Los Simpsons son muy ilustrativos, porque ahí he descubierto que es muy importante para que una obra sea vanguardista y moderna, ponerle un número al título. Un número y un nombre que, a ser posible, no tenga nada que ver con lo que tengas delante. Por ejemplo, a las paletas en fila, yo les pondría: "Salto mortal, 6".


No tiene nada que ver, pero seguro que hay algún gilipollas que se para, se pone la mano en la barbilla y dice: "Uhmm... claro, qué ilustrativo... paletas separadas puestas en fila, que simbolizan el paso de una etapa a otra de nuestra vida. Los continuos saltos que emprendemos en nuestras decisiones, los riesgos de cada uno de ellos, que en realidad es una muerte diaria. Y el 6, símbolo en el paleocristiano de la divinidad y la eterna juventud...¡Qué evocador!".
Ya ves, tan evocador como que te lo has inventado todo, Juan Palomo. Que seguro que te tiras media hora todas las noches viendo la mesita de noche antes de acostarte pa ver si es Bizantina o prerrománica. Anda y acuéstate, Andy Warhol.



Total, que si queréis ver la exposición, adelante.

Yo qué sé.


A mí ma gustao.

miércoles, 24 de enero de 2007

La nueva generación

El otro día ví en el telediario de Antena3 (informativo serio, parcial y sobre todo con noticias de gran importancia cultural como las que tratan de la reemisión de ‘Aquí no hay quien viva’), un reportaje de investigación de lo más interesante: los adictos a las series de TV. Y salía un señor con pinta de friki (dato importante si tenemos en cuenta lo que voy a decir a continuación), diciendo que le había dicho a su mujer que le quería poner a su hijo Homer o Bart (todo cuadra, ¿no?).
Mira, tío, llegados a este punto tenemos un problema ¿eh?. ¿Cómo que le vas a poner Homer al niño?. “Podrían decirle Joyuuuu”. ¡Y tú deberías saberlo si dices que has visto todos los capítulos de los Simpsons! (cosa que no es difícil porque Antena 3 los emite desde que se fundó la cadena).
Los Simpsons nos han marcado a todos, no tanto como a este enfermo (digo esto mientras escribo con unos patucos con la cara de homer y una manta de spiderman por encima), pero de algún modo u otro, ahí están, influyendo constantemente en nosotros.
Creo que las generaciones se diferencian por las series que vieron de pequeños y de más mayorcitos las personas que lo componen.
Yo soy de la generación Bola de Dragón, y como todos los que se han criado con Goku, no podemos evitar decir “Fuuuuuusión”, “onnnndaaa viiitall!”, y cosas incoherentes del estilo. Menos los pobres gallegos, que tienen una versión de la ‘intro’ un tanto catastrófica, por no decir penosa y no herir sentimientos (iros a San Youtube y comprobadlo vosotros mismos).
El caso es que tenemos la melodía de ‘Campeones’ insertada en el cerebro y nos tragábamos que un pase de durase más de tres capítulos. Efectivamente, el penalti más largo del mundo no lo inventó el cine español, sino Oliver Aton, y eso sólo lo saben los miembros de nuestra generación. Al igual que se saben (nos sabemos) la intro y la despedida de Willy Fog (interpretada por Mocedades…sí pequeñines, no os avergoncéis…) y una lamentable canción que compuso Emilio Aragón (sí, es cierto) para La aldea del arce. Bueno, si lo pienso bien tampoco era tan lamentable. Y luego tenemos a Chicho Terremoto, que hizo que todos los chicos se volvieran como locos levantándole las faldas a las chicas para comprobar si llevaban bragas blancas y gritar “¡tres puntos colega!” con el signo de la victoria. Yo creo que todos chicos de la generación bola de dragón creen que las bragas blancas son las más bonitas (aunque no tengo pruebas fehacientes que demuestren este hecho).
Luego estaban ‘Los Mosqueperros’, que yo por lo menos le decía los nombres de los perros a los protagonistas originales de la novela de Dumas (aunque nos cueste creerlo, no fue al revés). Si es que uno oye: “Eran uno…” y falta tiempo pa’ que uno se enzarpe y diga: “dos y tres! Los famosos mosqueperros!”. No podemos evitarlo. A mí me pasa con las canciones de ‘Los trotamúsicos’, que si recordáis eran Koki el gallo (el cantante que conquistaba a todas las gallinitas del corral), Lupo el perro (que tocaba la trompeta), Burlón el gato (el saxofón) y Tonto el burro (la batería). Algo así como El canto del loco en la actualidad, pero en vez de cantar Zapatillas cantaban ‘Koki eres el rey del corral’, que viene a ser lo mismo. Además, estos no cantan con la presión que tenían los Trotamúsicos, que huían en todos los capítulos de los mafiosos chungos.
Yo tenía (bueno, tengo a mi pesar ) un amigo que se sabe todas las melodías de las canciones infantiles. Ahora que lo pienso tengo más de uno. Pero es que éste en concreto se sabe hasta la de “Spiderman an jis amaiiiiiiizin frenndds” (sí, la de spiderman con una mujer de fuego y un hombre de hielo) y con coreografía incluída. Algunos privilegiados son testigos de lo que estoy contando. Es digno de ver una persona de 22 años intentando simular que trepa una pared mientras tararea la canción.
Sí. Estragos mentales de este tipo causaron los dibujos animados de la generación bola de dragón. Bueno, pero éramos felices. A pesar de que los guionistas intentaban que fuésemos unos desgraciados deprimiéndonos con las aventuras de ‘Calimero’ que siempre estaba quejándose de todas las injusticias del mundo mundial o el pobre ‘Alfred J.Kwak’, que era un pato que su padre era un topo….Amos no me jodas. Si es que nos querían causar un trauma. Prueba de ello era ‘Marco’, todo el día llorando ahí buscando a su madre que lo había abandonado. “Algo habrás hecho, anda vete a buscarla y le pides perdón”. Marco seguro que se está cagando todavía en el que le dijo eso: “Si lo llego a saber iba a ir a los Andes la tuya a buscarla”.Que el pobre Marco ni comunión, ni Reyes, ni ná. Y un mono dando por culo to el día. Unos puteados de la vida los tres. En la actualidad seguro que serían mileuristas, no tendrían vivienda y habrían estudiado periodismo.
Y luego estaban los personajes graciosetes con acento andaluz (vivan los tópicos). En Willy Fog estaba el ratón Rigodón y en los Fruittis (esa serie donde una niña fumada en bikini estaba todo el día hablando con las frutas…), estaba Gazpacho, cuya frase más emblemática era: “Uuuuejejééle!”.
Yo es que me imagino a los guionistas:
-Illo que nos falta el gracioso.
- Ostias… a ver, ¿qué fruta falta por salir?
- Pos la sandía, la piña…
- No hombre, que la sandía es el alcalde. Pon la piña.
- Pero una piña no es andaluza.
- Bueno, carajo, pos ponle gazpacho.
- ¿Pero cómo le vas a poner gazpacho a una piña?
No, un tomate no podía ser.


Por cojones la piña, colega: "Ponle un gorro y yasta, total, los niños que van a saber".


Con razón a mí no me cuadraba que el gazpacho de mi madre fuera rojo. Me tiré años sospechando…. “¿de dónde sacará mi madre las piñas colorás?. Todo por los puñeteros fruittis del carajo. Y luego dicen que las series son educativas.
¿Y el ‘Inspector Gadget’?. Seguro que más de uno dijo en su día: “Adelante gadchetocóptero!” y se metió un leñazo contra el suelo al tirarse desde lo alto de la escalera. Ni un letrero de “no hagan esto en casa” o “escena rodada por especialistas”. Vamos, que esto lo ven ahora los controladores estos de la TV y lo censuran. Que era peor que los supuestos ataques epilépticos de los Pokemon.
Por no hablar del pesado de Epi, que yo no le deseo ni a mi peor enemigo que llegue a compartir piso con semejante personaje. ¡¡Por Dios, Blas tiene que estar en el cielo de los muñecos con cara de piña!!.

Frutas que hablan, tortugas mutantes, conejitos con felpas y moños, un niño y un mono con pulgas de espaldas mojadas por ahí, una niña sospechosamente feliz en los alpes con su abuelo, unos perros con espadas, unos espermatozoides que decían llamarse snorkels, el rollo raro que se traían Epi y Blas, el rollo bollo de Heidi y Clarita, un niño que se mojaba y era una niña….

Mira, pensándolo mejor…
Anda hijo sí, ponle Homer al niño.


Total….el daño ya está hecho.

lunes, 22 de enero de 2007

Yo soy yo y mis mascotas


Todo el mundo adora los perros y alguna vez desea un pony. Yo jugaba con camiones. Y debería haber seguido haciéndolo.



El caso es que los animales y yo nunca nos hemos entendido demasiado bien.




De pequeña jugaba con los gatos 'salvajes' que había por el campo. Sí, con el tiempo me civilicé, pero hasta los siete años fui una especie de 'loca de los gatos' que se los ponía en la cabeza, los tiraba y estaba llena de arañazos (como la vieja de los Simpsons). Se convirtió en una auténtica obsesión, tanto que hacía que mis padres me pusieran el plato de la comida debajo de la mesa (exquisiteces tales como paella con ketchup con patatas fritas encima que yo comía por entonces), andaba a cuatro patas y hacía como que me lamía las patas...


Dicho esto, hago un llamamiento: Papás, tened más de un hijo si no queréis que sufra algún tipo de enfermedad mental del tipo de las que yo padezco. Gracias.


Si continuamos en orden cronológico, debería contar ahora una anécdota (que no es un chiste). Yo iba al corral casi todos los días a por los huevos. Las gallinas y yo nos llevábamos bien. Bueno, digamos que vivíamos en una especie de Guerra fría. Es como si tú no te metes con la mafia, si tú no molestas, ella pasa de tí, no existes....pero como le toques los huevos, eso es otro cacarear. El caso es que pillaron un rebote del carajo y al día siguiente, allí me esperaban, enfiladas con el pico puesto a punto esperando la orden del gallo para atacar. Quién me diría cuando estaba cogiendo los huevos que acabaría usandolos como misiles contra ellas. Picotazos contra huevos. Ganaron los picotazos. Tanto que desde entonces no puedo ver a las gallinas ni en pintura....y yo sé que ellas me miran de reojo, sin dejar de vigilarme.
Llegados a este punto, no era de extrañar que mi primera mascota oficial fuera un gato al que llamé Misi, que pronto tuvo un amiguito: un jilguero, al que llamé Piti. Sí, efectivamente, no me comía el tarro con los nombres. Total, si los pájaros no tienen ni orejas, y si los llamas no te van a escuchar. Y el gato lo llamabas y daba igual porque pasaba de tí. El caso es que yo no sabía que los gatos y los pájaros...como que no pueden jugar mucho juntos, por peligro inminente de que el ser plumífero sea devorado. Pero yo (y mis cojones, que siempre han tenido la voz cantante en las decisiones), creyeron que merecía la pena intentar que fueran amigos. Podéis deducir cuál fue el futuro de Piti.
Yo pienso en Piti y siempre me acuerdo del periquito de 'Dos tontos muy tontos', cuando lo matan y los dos piensan que se le ha caído la cabeza y se la pegan con fixo. Pues eso, que su muerte me resulta tan siniestra a la par que absurda.

Misi era un crack. Tenía dos grandes aficiones: pegar lametones y dar cabezazos. Murió atropellado por un coche. La verdad es que la muerte de Micsi fue la que verdaderamente me causó un trauma, adoraba a mi gato y creo que es la mascota que más he querido. Y no tengo más que decir sobre eso, como diría Forrest Gump.
Después de superar su muerte probé suerte con las tortugas. Compré tres y me duraron una semana. No sé si es una buena media. Una murió estampada contra el suelo, otra de un empacho y creo que la última de un infarto, porque la postura que tenía era como la de los egipcios en los jeroglíficos. No les puse nombre porque no me dio tiempo, como habéis podido deducir.
Luego vino Danco, que es mi perro nómada estándar al que adopté porque algún cazador había abandonado, porque le daban miedo los cohetes. Es perro porque es perro de raza y de carácter, no podía ser más vago y más tonto el pobre mío. Nómada porque él mismo se busca la vida, pasa de mí y se va por ahí de golisqueo cuando le parece. Y estándar porque no es ni grande ni chico, es estándar. Pedigrí ninguno, ahora arroz y bollos come hasta reventar. Tú le tiras un palo y te mira como diciendo: '¿Pa qué lo tiras, tontalaba? ¿qué miras? ¿no me digas que pretendes que vaya?', se tumba bocarriba y sólo le falta hacerte el corte de manga.
No le tengo mucho cariño, pero es porque él no le tiene cariño a nadie. Es así de chungo. Querer requiere un esfuerzo, y él está demasiado ocupado al sol rascándose sus genitales de perro.

La última mascota que he tenido fue la más polémica. Yo la vi en una tienda de mascotas, pasando de todo. Era una especie de rata peluda con un culo enorme que miraba de reojo y tenía pinta de chunga. Ni qué decir tiene que fue un amor a primera vista. Al día siguiente fui a por ella, pensando que era un perrito de las praderas, y al final fue una ardilla richardson de Minessota. Yo le quería poner Henry Gale, por eso de que era de Minessota, pero al tiempo vi que era hembra, así que tenía que ir pensando en otro nombre. Le compré una bola de plástico para que corriera dentro. Y faltó poco para que su historial de fugas comenzace a crecer. Se tiró dos veces desde un segundo y no murió. Luego se escapaba de la jaula y de la bola por partes iguales. Se peló la nariz peluda que tenía a base de cabezazos contra la jaula y se partió los dos dientecillos que tenía varias veces. Entonces decidí que sería la aventurera, intrépida y fugitiva 'Lara Croft'. El destino de Lara estaba claro, un día, hará un par de meses, a pesar de tenerle la puerta de la jaula bien cerrada y con alambre (al más puro estilo Guantánamo), Lara se dio a la fuga, y ahora vive en el campo, rodeada de florecillas, excavando túneles con sus manitas y seguro que puteando a todos los pájaros y bichos campestres que se cruzan en su camino, porque menuda mala leche se gastaba la jodía. Yo no puedo evitar ver Prison Break y acordarme de ella, de hecho, creo que el guión se lo ha soplado ella o se han basado en su vida.
Es más, creo que estoy volviendome un poco paranoica con eso de la alteración de la naturaleza y el ecosistema, porque cada vez que pienso que está ahí fuera (entónese con la música de Expediente X de fondo), me entran escalofríos y no puedo quitarme de la cabeza un primer plano del ojo del koala de ese capítulo emblemático de Los Simpsons.

Bueno también probé por tener plantas, pero os imagináis el resultado, el factor regado es una cosa que a mí no se me termina de implantar en el cerebro...

En fin, estoy segura que después de todo esto la protectora de animales no querrá cuentas conmigo de ningún tipo. Pero yo les diría que se tranquilizasen, que no pienso tener más animales domésticos en mucho tiempo.

Exceptuando los bípedos.
(bueno y algún trípedo en vías de extinción)


...y a esos tampoco importa mucho si se les maltrata un poquitín.

domingo, 21 de enero de 2007

La verdadera historia de Barbie y Ken



Las chicas nos hemos criado con barbies, y se supone que era el modelo de chica que buscan los chicos. Una chica modelo, ejemplar, monísima de la muerte con una talla 38 y unas tetas de la 100. Ésa es la chica prototipo. Aunque no nos lo dijeran, estábamos condicionadas a convertirnos en ellas, y ellos a desearnos. Podríamos ser malvadas, perversas, usar nuestra mente enrevesada, complicarles la vida, confundirlos, jugar con ellos como nosotras hacíamos con nuestra barbie...


Pero a mí me gustaba más Ken. Yo qué sé. Siempre me dio lástima el pobre, con su cara de pipiolo, seguro que estaba quemado de Barbie, se le notaba en esa risa falsa que siempre tenía. Pobre. Yo siempre tuve la sospecha de que le pusiera los cuernos, tanta vuelta en su coche rosa y tanto tiempo en su mansión tomando café con sus amigas, seguramente criticando a los hombres al más puro estilo de 'Sexo en Nueva York', sería una situación más que insoportable.


Creo que ese fue el momento. Fue el momento en el que los hombres buenos, los que cuidan de las chicas, los que nos escuchan, nos miman, nos atienden y comprenden, desaparecieron para siempre.


¡¡Ken estaba hasta las narices!!. Y con razón. Así que él y Barbie se dieron un tiempo.


Y cambió. Yo ya jugaba con Ken y no era lo mismo. Se estaba convirtiendo en lo que yo empecé a denominar un 'tío chungo'. Entró en la fase dos, la fase de goce y disfrute. Barbie ya no quedaba con sus amigas para tomar café, porque Ken se las llevaba al cine, a cenar y normalmente, iba tachando de su lista a las que había conquistado. Sin ánimo de nada. Únicamente de lucro, para él, claro está. Pero realmente no caminaba hacia ningún lugar, simplemente se divertía.


Barbie estaba triste, pero se lo había buscado. Y además, lo peor de todo no es que ella no hubiera valorado al buen hombre que tenía al lado, sino que había provocado que Ken se convirtiera en un personaje despreciable. Un vivalavida que ya era imposible cazar. Y ya no quedaba resto de aquel chico que había sido.


Para mí fue un trauma. Barbie andaba desconsolada llorando en su mansión, y a Ken no había quién lo entendiera. Yo sospechaba que seguía queriendo a Barbie, no sé por qué, y que debajo de esa fama que se estaba forjando de conquistador y de mala persona (por no decir cabrón) frente al resto de las muñecas, se escondía ese dulce Ken al que yo le contaba mis problemas cuando volvía del cole.


Pasó el tiempo y yo dejé de jugar con ellos. La situación era insostenible y yo era demasiado pequeña para entender esos problemas. El caso es que un día abrí mi cajón de los juguetes y allí estaban, abrazados los dos. Habían vuelto. No sé cómo pero allí estaban. Me quedé patidifusa.


Ken me contó que no podía vivir sin ella, que se había cansado de ser un chuloputas (cosa que yo no sabía ni lo que significaba por entonces) y que era la única chica a la que había querido.


Al tiempo, las cosas volvieron a ser como antes. Ken volvió a ser un calzonazos y Barbie siguió coqueteando con todos los chicos que habían sido como Ken en su etapa de cabroncete.


Los volví a dejar en la caja de juguetes, y allí siguen.


No sé como les irá, ni me interesa.


Pero tengo que admitir que ser testigo de su confrontación me hizo entender muchas de las cosas que me iba a encontrar en el mundo adulto. Las chicas soñamos con un tipo de hombre, una buena persona que nos entienda, que nos comprenda, que nos escuche....un poco calzonazos, pa que nos vamosa engañar. Pero luego no podemos evitar sentirnos atraídas por el primer cabrón de turno que se nos cruza en el camino. A los chicos les gustan las chicas. Simplemente. Difíciles, que les hagan sufrir un poco y con carácter. Pero no pueden evitar tener una etapa de cabrones, casi siempre provocada e inducida por una mujer malvada que se les ha cruzado en el camino.


Y es que, aunque hayan pasado muuuuchos años, a mí me sigue dando más pena Ken que Barbie...


viernes, 19 de enero de 2007

Empezando a teorizar...

Sobre inquietudes y periodistas

Tengo una teoría.
Bueno, tengo muchas (como diría aquel del Informal), y casi todas basadas en lo primero que se me pasa por la cabeza. Como la mayoría de ellas no creo que lleguen a ningún futuro prometedor como tesis doctoral o como simple comentario inteligente, que ya sería más que reconfortante, he decidido crear un blog (también soy muy original, es otra de mis virtudes) para poner de manifiesto todas estas inquietudes que me reconcomen.
Yo antes tenía más inquietudes, pa' que nos vamos a engañar. Antes de estudiar me refiero. Antes de estudiar una carrera universitaria, pa' ser más concretos. Y es que si estudias alguna carrera con futuro como la mía (periodismo) o la de mis congéneres facultativos (veáse comunicadores y derivados), olvídate de todo ese rollo de 'me creo importante porque soy universitario'. La verdad es que llegas, te acojonas porque empiezan a llamar a las cosas por nombres raros ( recordemos títulos tan emblemáticos como "¿Por qué llamarlo reprografía cuando quieren decir fotocopiadora?" o la aplaudida aparición de Construcción histórica de la realidad y de su evolución social en el papel de Historia Contemporánea ).
Después de haber superado el shock inicial, descubres que lo único que diferencia al instituto de la universidad, es que comienzas a beberte entre clases, y poco después durante las horas de las propias clases, botellines y botellines de cerveza.
Y es que poco a poco comprendes que el éxito se alcanza básicamente dominando el señor powerpoint para hacer las presentaciones la noche anterior al día de la entrega (esto es una ley universal e inexcrutable), casi siempre entre cerveza y cerveza, dicho sea de paso. Pero no olvidemos al todopoderoso QuarkXPress, un galáctico del periodismo que sólo se consigue dominar a través de un continuo boicot a los macintosh de la universidad.
Las cosas se ven con más claridad, más simples. Hay cosas que suman, y cosas que no suman. No suman los trabajos extras, la lectura de libros de la bibliografía, ni la asistencia (aunque sea en algunos casos voluntaria pero con un control diario de firma, dni y huellas dactilares para el FBI).Para los despistados, la cafetería no suma puntos (bueno, depende si te bebes las cervezas con el profesor) y, por supuesto, las constantes preguntas coñonas en clase no suman puntos, aunque algunos se empeñen en demostrarlo reformulando las teorías que se explican en preguntas retóricas para hacerse los snobs. Sin embargo, sí que suman puntos las..."atenciones" constantes hacia los profesores (y entiéndase como se quiera). Y a veces ni eso.
Y tus cuatro años pasan rápido como una bullet theory, entre teorías de Laswell, McLuhan y teorizaciones propias sobre las imágenes improntadas que son copias pero originales de una imagen creada por adicción de pigmentos, que, a su vez puede ser móvil (si la movemos). Mientras ves pasar a esos personajes que te acompañan por los pasillos pensando que podrían englobar sus comentarios en unos graciosos balloons o nubecillas. Bueno...y cómo olvidar esa mítica enseñanza de "be línea, my friend". ¡Ay! las líneas, "las historias de los puntos", qué sería de los puntos sin ellas.
Aún espero que alguien me pregunte por la definición de línea en una entrevista de trabajo, estoy expectante. El día que lo hagan me voy a poner tan nerviosa que se me va a trabar la lengua...
Y como habréis podido observar esta complejidad argumental entraña una serie de vínculos internos que, reflejados en los resultados académicos, previamente formulados por los profesores en actos programados de antemano a través de diversos cuestionarios son, en su mayoría, claramente inventados. ¿Esto que quiere decir? que a los niños no hay que pegarles. O lo que es lo mismo, los exámenes se rigen por la ley del máximo común inventor. Y esta misma ley es aplicable a la mayoría de los trabajos, prácticas y demás documentos que los profesores usan para calzar la mesa. Si no os habéis coscado de lo que he dicho he cumplido mi misión. Qué menos...¡soy licenciada!. Mi táctica del despiste está más que trillada. Yo me invento las cosas, y tu haces como que te las tragas y todos felices.
Al fin y al cabo, se supone que hemos sido creados para hacer esto el resto de nuestras vidas...





para esto, o para hacer del tío que pone crucecitas en los polígrafos del Diario de Patricia.



...o para hacer de polígrafos.