miércoles, 28 de marzo de 2007

Para ser conductor de primera

Hoy, 28 de marzo, un amigo mío ha suspendido el carné de conducir (coches o ¡¡¡BÓLIDOS!!!...que se te llena la boca).
Seguro que el examinador era un cabrón.
O algún conductor hebrio de protagonismo en las carreteras se cruzó en tu camino de forma despiadada.
O algún peatón (pagado previamente por el examinador) se tiró a la carretera en plan kamikaze sin que tú, oh pobre pre-conductor novel, pudieras evitarlo.

O...en última instancia ha podido ser la crispación política. Aprovecha el tirón, que no se habla de otra cosa. Bueno, qué carajo. Puedes echarle las culpas a las tetas de la Pataky, que tiene más sentido. Seguro que el examinador cabrón también pensaba en eso.
El caso es que hay que echarle la culpa a alguien. Cuando tú conduces, el mundo se hostiliza. Ya no somos tranquilos y pacíficos ciudadanos que deambulan por el mundo con una simpática musiquilla de fondo y sin saber qué carajo es embragar o desembragar (muchos de los que conducen tampoco lo saben en otros muchos sentidos, pero ese es otro tema). El caso es que nuestro mundo de florecillas y mariposas se transforma en un universo pedregoso y maléfico, donde el resto de conductores y peatones se empeñan en hacernos la vida imposible y claman al cielo venganza. Y así vamos, acojonados, tartamudeando, pidiendo permiso con las pupilas dilatadas y la cara pegada al cristal, a punto de echarnos a llorar de un momento a otro para que nos dejen pasar en un ceda, suplicándole a los peatones porque no se suiciden y rogándole a a la puta palanca que meta la primera cuando yo se lo ordene.

Ocurre que la primera vez que el conductor novel coge solo el coche le molesta todo: la radio (que la apaga), la ventana (que entra mucho aire/ruido...y además siempre alguien se empeña en abrir), y mira angustiado el asiento de al lado porque ya no está el profesor. Te das cuenta de que no venía de serie con el coche e intentas asimilar el cambio mirando una y otra vez antes de arrancar. Porque lo mismo si lo imaginas y lo deseas con mucha fuerza mientras metes primera, aparece guiñándote un ojo. Porque el profesor es el comodín, tu sabes que aunque lo hagas mal, él lo va a arreglar. Es como MacGuiver, como Superman... como Chuck Norris. Lo puede todo. Detener el espacio, el tiempo y evitar los choques frontales. Conducir así es como ir al 50x15 sin comodines y con el Sobera al lado con la ventanilla abierta. Eres como el puto Marco, te han abandonado para siempre y ahora tienes que enfrentarte al mundo tú solito.

¿Y qué haces?. Pues lo primero que se te pasa por la cabeza es ir a un descampado desértico, donde ahogar tu soledad haciendole eses a los arbolitos... pero no...¡¡tu madre se empeña en que la lleves a Vialia con un cd de los panchos!!. Y después de un trayecto que te pareció el mismo infierno donde diversos conductores te han agitado el puño por la ventanilla (mítico), y a duras penas has introducido el coche (y has sacado también a duras penas) en el parking de Vialia, regresas a casa donde te acuestas como si te hubieran dado una paliza, con la moral minada y las rodillas temblando.
Pero la fase de acojonamiento dura lo que dura la L en el coche. Y diréis: un año. Pues no, unos cinco días de media. A ver quién tiene cojones de pegar la L sin que se le caiga un año entero, vamos, que le doy un premio. Yo creo que bocasecaman se quedó así de echarle salivilla a los chupópteros de la L en un acto insistente de ser buen conductor y llevar la L pegada. Ay la inocencia... qué de disgustos nos da.
El caso es que pasados esos cinco días, cuando tu lucha contra la L te ha agotado hasta la extenuación, tu madre te ha obligado a ir de compras siete veces con la ventanilla abierta y tu cabreo con el mundo es general, constante y continuado, decides transformarte en: ¡¡EL CONDUCTOR TEMERARIO!!. El conductor temerario, como opositor a su génesis, no hace nada de lo que hacía su anterior yo. Ni mira por el espejo, ni revisa los retrovisores a ver si están reglados, ni ajusta el sillón, ni pone los intermitentes y, lo más importante, saca el brazo por la ventanilla, ¡aunque nieve!. El conductor temerario elimina de su lista de conocimientos el punto muerto y descubre la quinta marcha, que prácticamente es inutilizada por su anterior yo, y su mayor reto es aparcar con una mano en círculos y tirar fuerte de la palanca de cambio (antes lo hacía en tres movimientos, ahora pasa a ser un rápido y decidido: "raasss!", a veces acompañado de un rapidísimo "click" para soltar el cinturón, de modo que en centésimas de segundo, el conductor temerario ha conseguido lo que en diez minutos hacía el conductor novel).

Pero lo que verdaderamente distingue al conductor temerario del conductor novel es su modo de enfrentarse al mundo. Los conductores ya no son conductores. Está el gilipollas de detrás, el tontolaba de al lado y el inútil de delante. Y ahora eres tú el que se vengará de ellos, insultándolos a la vez, por turnos y adelantando y mirando con cara de superioridad y/o mala leche si consideras que son un estorbo social. Y por supuesto, te servirás de tu mejor arma para avergonzarlos y humillarlos: El pito. Que se llama así porque es el símbolo de masculinidad y virilidad en las carreteras. Si dos machos tuvieran que demostrar que son más válidos para una hembra en celo en un documental para la National Geographic lo harían en un duelo hasta el amanecer pegando acelerones y con el pito de su automóvil.

Vamos, que me diréis que es mentira. El coche es ya una prolongación tuya. Se convierte en un símbolo propio que redecoras a tu gusto, con tu música a toda pastilla (lo primero que haces es trasladar todos tus cedés al coche) y tus señas de identidad. Sobre todo eso, seña de identidad, de tantos mocos que te sacas con toda la tranquilidad del mundo en los semáforos y/o atascos (sí... mirad a cualquiera y comprobadlo...). Y es que es tu refugio, el caparazón que te protege del mundo exterior, una armadura con la que eres invencible y te puedes enfrentar a cualquier peligro. Te hace más fuerte, pero creas un vínculo emocional demasiado fuerte: le pones nombre, le cuentas chistes mientras lo acicalas con la manguera (léase y tómese en sentido literal), lo tuneas a tu manera. Tunear es hacerlo tú, basicamente.

Pero esta dependencia emocional tiene un lado oscuro, y es que tu coche te puede hacer daño en lo más hondo de tu ser. Primero, porque sufres al aparcar y al sacar el coche (¿Por qué siempre decimos "ffffsssshhh" cuando pasa casi rozando la columna del garage o al pasar entre dos coches muy muy justos?) y segundo, porque el conductor descubre el gatillazo. El coche se te cala, y ya el mundo se hace trizas, porque el tontolaba de al lado y el gilipollas de detrás se ríen, el que se saca los mocos te señala con el índice y el moco, y tú no puedes hacer nada, sólo arrancar lo más rápido posible, intentando arreglar el enredo. Pero ya es tarde, el daño ya está hecho. Porque te cala y es como si te hubiera hecho una putada tu amigo de toda la vida, te hiere el orgullo de conductor temerario... ¡¡porque a un conductor temerario NUNCA se le cala!!. Joder... que vas a tu boda y si se te cala por el camino... ya no te casas. Y ya puede haber ganado tu equipo preferido y ser tu novia la Elsa Pataky. Que a Carlos Sainz no se le rompió el motor joder... ¡¡que se le caló!! ¡¡SE LE CALÓ!!. A ver que te crees tú, que el "trata de arrancarlo" no era por problemas técnicos... es que no podía meter la marcha, ¡joder!.. Que yo lo pienso y se me saltan las lágrimas porque es como el gatillazo de una nación entera al unísono.

En fin, no tengáis miedo de los conductores temerarios, que al fin y al cabo, somos todos, como Hacienda. Tenéis que tener miedo de los cojoneros que se están sacando el carné. Esos sí que dan por culo, se han roto muchas parejas así, y muchas amistades. Esos son los verdaderamente peligrosos. Porque tú te estás sacando el carné y ya te pones en plan sabiondo en los coches que te montas:

- ¿Has puesto las luces?. ¿Por qué no pones punto muerto en el semáforo?. Cuidado con el peatón.
- (suspiro exagerado)
- ¿Por qué no te pegas al carril de la izquierda?. Adelanta a ese. Estás agotando la marcha. Mete cuarta. ¿Por qué no metes cuarta? ¿eh? ¿eh?
- Un ostión te voy a meter como no te calles, Manolo, ¡que me tienes frita!.

Y se vuelven peatones civilizados, que usan los paso de cebra aunque tengan que esperar horas hasta que el semáforo se ponga verde. Y ya pueden ser las cinco y media de la mañana y no pasar un puto coche por la Alameda. Que no cruzan porque son buenos conductores, inmejorables peatones y bellísimas personas (recordemos que son el antónimo al conductor temerario, aún no han sido pervertidos por las normas de circulación y la ley de la jungla urbana).

En fin, que con este bello y hermoso ejemplo que todos hemos vivido alguna vez con nuestros padres, amigos y compañeros más cercanos, queda claro que el coche es un punto clave a la hora de buscarle respuestas al conflicto social.
Tanto que yo creo que todo lo que hay ahora liado en España, tanta crispación y tanta gaita, es porque a Polanco le ha rallao el coche a Rajoy en algún mitin.
O porque a Rajoy se le caló y Polanco era el tontolaba de al lado que se rió.


Preguntas sin respuesta. Pero en el mundo de la circunvalación hay otra cuestión aún más peliaguda. El hecho de que la gente te observe continuamente. Tú miras al de al lado... que está a cinco metros de tí, o seis...¡y te mira!. Como acojona eso. Ya puedes mirar de reojo, que el tío te mira. Que ya puede ser tuerto, que también te mira. Pero te da igual, porque estás en tu refugio. En tu coche blindado que nadie puede traspasar y te sientes a salvo del mundo, aunque sin poder evitar mirar el asiento de al lado y sentir nostalgia por ese profesor que nunca, nunca, nuuunca volverá.

(A no ser que le pagues 40 euros la hora, que es bastante probable que vuelva)

Así que nada, Miguelito.
Suerte en el próximo examen.
Ve tranquilo.
Conduce despacio.
No mires a nadie en los semáforos.


Y por lo que más quieras...
Que no se te cale, por Dios... ¡¡que no se te cale!!.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

CRAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAACKKKKK!!!

Anónimo dijo...

JAJAJAJAJA, un colega ha suspendio ahora y macordao del monólogo este, dedicao y tó. Me descojoné cuando lo leí (y aprobé a la segunda). un besaco si ves esto american girl, se te exa de menos