jueves, 7 de junio de 2007

El síndrome del Dr. House

Antes de nada, queridos fans, os advierto que esto es una reflexión sociológica más que un monólogo con toque humorístico. Quería compartir mis inquietudes, a ver si coincidimos todos.


De un tiempo a esta parte me he dado cuenta que abundan en las parrillas televisivas las series de médicos. Además de 'House', 'Anatomía de Grey', tenemos 'Scrubs', 'Hospital central' y esa nueva que no sé si continuará de 'MIR'. Ya tuvimos en su día la de Clooney de 'Urgencias', así que esa atracción por el olor a desinfectante de los pasillos de Hospital nos viene de lejos. Y yo, que me pregunto cosas sin sentido, me digo: ¿por qué será?. Como explicación racional y lógica lo primero que se me ocurre es que realmente nos gusta ver a gente que está más jodida que nosotros, sino no se explica. El ser humano tiene una extraña fijación y atracción por las personas que se encuentran en una situación peor que la nuestra, ya sea por motivos de salud o de otra índole. Y por otra índole me refiero especialmente a cuando esa persona es gilipollas integral sino ¿por qué las chicas se sienten atraídas por los cabrones?. Pues porque son personas a las que ellas creen que pueden cambiar, salvar. Por eso se vuelcan completamente en ellos y les consienten que les toquen las narices, no porque les guste, sino porque están esperando a ver si mejora el paciente. Pero el paciente es gilipollas, y ésa es una enfermedad cuyo tratamiento todavía no se ha encontrado.
Vemos a la doctora Grey en ANATOMIA DE GREY porque odiamos a alguno de los protas y, mientras vemos que nuestra salud no es tan mala en comparación con los que se encuentran ingresados, también nos complacemos al comprobar que nuestra vida sentimental va sobre ruedas si la ponemos al lado de cualquiera de los protagonistas. De igual modo, podemos decir que ésa es la razón por la que triunfa HOUSE, porque tiene los dos requisitos: pacientes jodidos y un médico cabrón al que esperamos salvar cuando se acabe la serie. A mí me encanta, y estoy enganchadísima. Sufro de lo que he llamado 'el síndrome del Dr. House'. Lo admito. Pero si hay algún capítulo en el que el Dr. House se humaniza y deja de lado su cabrón interior, para mí esa hora frente al televisor ha sido perdida, porque realmente no he disfrutado. Lo que no hace sino reafirmar mi convicción de que realmente nos complace ver cómo sufre la gente.
No se explica ese morbo ante los dictámenes del Risto Mejide, ni el jurado de Factor X puteándose entre ellos, ni por qué nos jode tanto que encierren a la mala de la telenovela. Siempre al final, el malo no es tan malo. Pero el bueno, siempre acaba siendo el gilipollas. Qué curioso...
En definitiva, la rivalidad, la competitividad, los conflictos, la sangre barata y los problemas son realmente lo que nos atrae. Y los chicos complicados y malos que siempre están metidos en berenjenales.
El único caso catalogado que jamás llegaremos a entender fue cuando Ilsa subió al avión y dejó a Rick al comienzo de una bonita amistad. Aunque adoramos al primer ministro de Austria, ya nos habíamos encariñado con ese cabrón desgraciado con su bar de mala muerte. Y eso nos pasará con House cuando termine la serie.

En fin, seguramente todo esto no tiene ningún sentido, pero lo quería comentar. No tengo ni idea de estos asuntos. Al fin y al cabo, nunca me planteé ser doctora porque le tengo un gran respeto a la sangre.
Y cada vez estoy más convencida de que salvar personas, en cualquier sentido, debe dejarse en manos de especialistas.
Lo que está claro es que todos y todas tenemos el síndrome del Dr. House, esa fijación por los imposibles cabrones que sabemos que no dejarán de darnos quebraderos de cabeza.
Aunque no estén cojos.
Bueno, algunos hasta por los que están cojos. Cojas, según la ocasión.... (no he podido evitarlo)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Claro, claro, por eso preferimos al "Foreman" antes que al pringadiki del Chase, por muy puesto en el dolar que esté este último. He discho

Anónimo dijo...

Uy se me olvidó hacer un comentario, a ver si encuentro el enlace que se refería a que basicamente relaciones tipo A y B: las A, dícese, el cabróncete integral del que estamos seguras, tarde o temprano se dará cuenta del tesorito que tiene a su lado y cambiará y B el perfecto chico ideal, atento, cariñoso, fiel, (a ser posible la caña en la piltra), etc... Se rumorea que las mujeres nos encaprichamos por una relación tipo A alguna vez en la vida, es la tarta de chocolate con avellanas, extra de leche condensada, azúcar y mas y mas chocolate( a corto plazo es increiblemente gratificante pero luego no hace mas que fastidiarte esa equilibrada y saludable dieta que intentas llevar adelante) pero que lo que queremos en realidad es una B: ese plato sabroso a la par que sano, que sabemos que siempre querrá lo mejor para nuestra salud(emocional-mental)y con el que nos sentiremos equilibradas, sin rompeduras de melón ni crisis nerviosas. Claro que siempre hay términos medio : Una R(B) con numerosas R(A) encubiertas, o una alternancia constante, o el ideal, de tener el dulce pastelito de chocolate junto con tu sabrosa ensalada tropical (A y B o C)

Anónimo dijo...

jajajaaj coja, al año y pico lo e leido y me descojonao. Que grande, no ha llovío ná